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Sam abrió la puerta de la SUV y me ofreció una mano. Podía sentir los<br />
ojos de Martha concentrándose en la forma en que David pasó un brazo<br />
alrededor de mí, manteniéndome cerca. Su rostro se endureció cual piedra. La<br />
mirada que me dio era veneno. Cualesquiera que fueran sus problemas, yo<br />
estaba muy condenadamente cansada como para lidiar con ellos.<br />
—Martie —cacareó Mal, corriendo por las escaleras para deslizar un<br />
brazo alrededor de su cintura—. Ayúdame a encontrar el desayuno, oh,<br />
bellísima.<br />
—Sabes dónde está la cocina, Mal.<br />
El despido brusco no detuvo a Mal de llevarla con él. Los primeros pasos<br />
de Martha vacilaron pero luego se pavoneaba una vez más, siempre<br />
exhibiéndose. Mal había despejado el camino. Podría haberle besado los pies.<br />
David no dijo nada mientras subíamos por las escaleras hasta el segundo<br />
piso, nuestros pasos resonaban en el silencio. Cuando iba a girar hacia el cuarto<br />
blanco, en el que me había quedado la última vez, me condujo derecho. Nos<br />
detuvimos en un conjunto de puertas dobles y sacó una llave fuera de su<br />
bolsillo. Le di una mirada curiosa.<br />
—Tengo problemas de confianza. —Abrió la puerta.<br />
En el interior, la habitación era simple, carente de antigüedades y de una<br />
decoración llamativa como el resto de la casa. Una enorme cama hecha con<br />
sábanas de color gris oscuro. Un cómodo sofá a juego. Un montón de guitarras.<br />
Un armario abierto, lleno de ropa. Sobre todo, había espacio vacío. Era una<br />
habitación para que él pudiera respirar, creo. Esta habitación se sentía diferente<br />
al resto de la casa, menos vistosa, más tranquila.<br />
—Está bien, puedes mirar a tu alrededor. —Su mano se deslizó hasta la<br />
base de mi columna vertebral, descansando justo por encima de la curva de mi<br />
trasero—. Es nuestra habitación ahora.<br />
Dios, esperaba que no quisiera vivir aquí de forma permanente. Quiero<br />
decir, tenía que regresar a la escuela eventualmente. No nos habíamos puesto<br />
exactamente a discutir dónde viviríamos. Pero el pensamiento de Martha,<br />
Jimmy y Adrian estando todo el tiempo me provocaba pánico. Mierda. No<br />
podía permitirme el lujo de pensar así. La negatividad me tragaría entera. Lo<br />
importante era estar con David. Quedándonos juntos y haciendo que funcione.<br />
Qué horror, siendo obligada a vivir en el regazo del lujo con mi<br />
maravilloso marido. Pobre de mí. Necesitaba una buena bofetada y una taza de<br />
café. O doce horas de sueño. Cualquiera podría hacer maravillas.<br />
Corrió las cortinas, bloqueando las primeras luces del alba. —Te ves<br />
agotada. ¿Vienes a acostarte conmigo?<br />
—Eso es, umm... sí, una buena idea. Voy a usar el baño.<br />
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