Periódico(lado b)Los periódicos me gustan como objeto de lectura. Son efímeros yduran un día, como las moscas. Son reciclables y se pueden leermuchas veces, por muchas personas. Me gusta cuando la genteabandona su periódico en un lugar público para que otro másaproveche, sin costo, la deprimente lectura de la realidad. Me pareceun servicio público.Guardo el periódico para luego usarlo de recogedor de basura.Me enseñaron hace poco el truco, aquel donde se moja una orillade la plana para que se pegue al piso, y se convierta así en elmejor receptor de la montañita de mugre que se ha acumulado enla semana. El método es casi infalible y casi no quedan restos depolvo en el piso. El problema surge cuando, al estar barriendo, meatrapa una noticia de hace meses, que quizás leí o no leí, pero quede inmediato quiero volver a leer. Entonces arranco la plana delpiso, vuela el polvo que con tanto cuidado había ya acumulado yme pongo a leer el presente de un pasado que no volverá a ser. Otrasveces el impulso es menor, y sólo me quedo parada, recargada en laescoba, leyendo desde esa absurda altura los encabezados pegados132
Ausencia compartida133al piso. Así es el periódico, uno puede leer con mayor interés lasnoticias que ya fueron que las que son.La mayoría de las personas se miran impasibles mientras leenel periódico, al menos cuando están en público. Si se lee dentro delhogar, a veces se permite gritar, vociferar e incluso azotar el papelcon furia a causa de sus contenidos. Pero no suele suceder esto enla arena pública. Sin embargo, hoy vi a una chica en el metro que,escondida tras su periódico, parecía llorar. Leía intensamente y suspuños apretaban el papel a las orillas arrugándolo. Al principio visólo sus cejas compungidas. Después se movió, y pude ver que nolloraba, sólo estaba enfurecida. Mientras seguía leyendo, su ceñose volvía cada vez más cavernoso. Me causó alegría infinita saberque aún hay personas que se frustran con la realidad. Pero tambiénme causó melancolía darme cuenta de que la chica se encontrabaabandonada entre la multitud. Tuve un gran impulso de preguntarlequé noticia la frustraba tanto, cuál de tantas. Me dio tristezala soledad de esta lectora de periódico.A mi parecer el periódico se lee mejor en colectivo, entrevarios, arrebatándose las secciones. Respeto a los que leen el periódicoen solitario, pero no comparto su filosofía de la información.O más bien simplemente me deprime. Es demasiado solemne sugesto. Campesinos leyendo El Machete, la fotografía de Tina Modotti,presenta la óptima forma de consumir un periódico. Así deberíamosde leer lo diarios, reconstruyendo el espíritu de la utopíadel Ágora. No sólo absorbiendo información, sino vertiendo unamirada de vuelta, como hace el personaje que observa la cámara,escrutando al periódico mismo y al mundo que lo rodea. Quizá éstesea el efecto más afortunado de las redes sociales: construyen unasuerte de plaza pública donde cada uno se encuentra en su casa,pero terminamos leyendo todos juntos, opinando y discutiendocomo si tuviéramos las cabezas encontradas alrededor de un periódicoen el centro. Eso opino, pero sólo en el mejor de los días.