iconoclasta que le es inherente, el anarquismo no será jamásreducible a una sola doctrina, ni a un pensamiento justo o correcto.Sin centro, sin dogma, combatiendo sin descanso a todogrupo que en su nombre pretenda definir una ortodoxia, elanarquismo será múltiple, diverso, abigarrado.Por esas mismas razones Malatesta daba, o más bien agregaba,otra interpretación a la distinción entre anarquismo yanarquía. Quería liberar al anarquismo de todo lazo a un espíritude sistema, siempre coaccionante, que lo haría dependerde una “verdad” científica o de una demostración filosófica.“El anarquismo nació de la rebelión moral contra las injusticiassociales”, de la lucha contra la explotación y la opresión;sólo el deseo y la voluntad de cambiar justifican la anarquía.“La anarquía (...) es el ideal que podría incluso no realizarsejamás, como no se alcanza nunca la línea <strong>del</strong> horizonte que sealeja a medida que avanzamos hacia ella, (por el contrario) elanarquismo es un método de vida y de lucha y debe ser practicadohoy y siempre por los anarquistas, en el límite de las posibilidadesque varían según los tiempos y las circunstancias. 13 ”El anarquismo, como teoría de la sociedad y de la revolucióno como método de acción, pertenece a la episteme de suépoca y depende <strong>del</strong> clima social en donde se desarrolla. Laanarquía, como valor, está más ligada a la negación <strong>del</strong> presentey a la aspiración, que desearíamos creer universal, a un mundode libres e iguales.Así, si bien la idea, e incluso la palabra “anarquía”, se encuentranbajo la pluma de algunos precursores –Godwin,Proudhon, Bellegarrigue, Cœurderoy, Déjacques–, el anarquismorevolucionario y socialista se construye en el período posteriora la Comuna.El pensamiento colectivo elaborado en el seno de la viejaInternacional va a desarrollarse, para los anarquistas, sobrealgunas líneas de fuerza mayores: el enfrentamiento y la nocolaboración entre clases, el internacionalismo, el federalismo,la acción directa.Los proudhonianos se habían convertido en una minoría–los marxistas lo eran también, como siempre lo fueron en elseno de la Primera Internacional–, cuando Varlin escribe aGuillaume (diciembre de 1869):38 / EDUARDO COLOMBO
“Los principios que debemos esforzarnos por hacer prevalecerson aquellos de la casi unanimidad de los <strong>del</strong>egados de laInternacional en el congreso de Basilea (septiembre 1869), esdecir, el colectivismo o el comunismo no autoritario 14 ”.En esa época, lo que estaba admitido y representado por elcolectivismo era que la tierra y los útiles de trabajo, todos losmedios de producción, debían ser propiedad colectiva ; que elEstado sería reemplazado por la libre federación de productores,y el salariado por el trabajo asociado que aseguraba a todosy cada uno el producto integral de su trabajo. “A cada cualsegún sus medios, a cada uno según su trabajo.”Para los primeros internacionalistas, para Bakunin yGuillaume, para los jurasianos, ese principio denominado colectivistaera suficiente; los españoles estuvieron ligados con élhasta fin <strong>del</strong> siglo. Pensaban que después de la revolución cadagrupo o colectividad ponderaría en función de sus posibilidadesqué modo de distribución <strong>del</strong> producto podía ser adoptado.Guillaume reconocía que la repartición (o el reparto) era“el punto más <strong>del</strong>icado quizá de toda la organización social...”,y no quiso nunca abandonar el punto de vista colectivista.Pero nadie tenía ideas claras –pensaba Malatesta polemizandocon Nettlau en 1926 15 – en cuanto al modo de asignar acada individuo, o a cada asociación, la parte <strong>del</strong> suelo, de lamateria prima y de los instrumentos de trabajo que les correspondían,ni en cuanto a cómo medir el trabajo de cada uno, ocómo establecer un criterio de valor para el cambio.La sección italiana de la Internacional, en ocasión <strong>del</strong> congresode Florencia de 1876, será la primera en adoptar el comunismoanarquista para resolver este problema. Los <strong>del</strong>egadospensaron que la única solución para realizar el ideal de lafraternidad humana escapando a todo embrión de gobierno, yal mismo tiempo, eliminar las insolubles dificultades de la medida<strong>del</strong> esfuerzo <strong>del</strong> trabajo y <strong>del</strong> valor <strong>del</strong> producto, era laorganización comunista, en la cual cada uno cedería voluntariamentesu contribución a la producción y consumiría librementede aquello de que tuviera necesidad 16 . Estas opinionesfueron rápidamente difundidas en la región de Jura y en Ginebrapor Dumartheray, Cafiero, Reclus, Kropotkin y otros,retomadas enseguida por Le Révolte de Ginebra y de París y, aLA VOLUNTAD DEL PUEBLO / 39
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Glencoe, 1957. [Edición en españo