José Díaz MorfaMonastersky (1986) encontraron que entre losofensores sexuales <strong>juvenil</strong>es, en su muestra, habíauna re<strong>la</strong>ción entre <strong>la</strong> experiencia en <strong>la</strong> infancia <strong>de</strong>abuso sexual y tasas más altas <strong>de</strong> reofensa nosexual pero tasas más bajas <strong>de</strong> reofensa sexual.No sorpren<strong>de</strong>ntemente, <strong>la</strong>s experiencias <strong>de</strong> <strong>la</strong>infancia <strong>de</strong> ser físicamente abusado, ser<strong>de</strong>scuidado, y ser testigo <strong>de</strong> <strong>violencia</strong> familiarhan sido asociadas in<strong>de</strong>pendientemente con <strong>la</strong><strong>violencia</strong> sexual en los ofensores <strong>juvenil</strong>es(Kobayashi et al., 1995; Ryan et al., 1996). Lasproporciones <strong>de</strong> ofensores sexuales <strong>juvenil</strong>esque han experimentado abuso físico <strong>de</strong> niñosvaria <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 25 al 50 por ciento (Becker yHunter, 1997). Un estudio que comparaofensores sexuales <strong>juvenil</strong>es con jóvenes quehan cometido ofensas no sexuales sugiere quelos ofensores sexuales pue<strong>de</strong>n tener tasas másaltas <strong>de</strong> abuso físico en <strong>la</strong> infancia (Ford y Lisey,citado en Becker y Hunter, 1997). Cuando losofensores sexuales <strong>juvenil</strong>es fueron comparadossólo con jóvenes que habían cometido ofensasviolentas no sexuales, sin embargo, esteresultado no pudo ser replicado (Knight yPrentky, 1993). Este último hal<strong>la</strong>zgo sugiere que<strong>la</strong> historia <strong>de</strong> abuso físico está corre<strong>la</strong>cionadacon algún tipo <strong>de</strong> conducta violenta pero nonecesariamente con conducta sexualmenteviolenta.El papel <strong>de</strong>l maltrato infantil en <strong>la</strong> etiología <strong>de</strong> <strong>la</strong>ofensa sexual parece bastante complejo(Prentky et al., 2000). Un reciente estudio(Hunter y Figueredo, citados en Becker y Hunter,1997) utilizó varios grupos <strong>de</strong> comparación ycontrol para investigar los factores asociadoscon <strong>la</strong> ofensa sexual, tal como <strong>la</strong> historia <strong>de</strong>victimización sexual y el apoyo familiar. Elestudio encontró cuatro variables predictivas <strong>de</strong>ofensa sexual: edad más joven en el momento<strong>de</strong> <strong>la</strong> victimización, tasas más altas <strong>de</strong>inci<strong>de</strong>ntes abusivos, periodo más <strong>la</strong>rgo entre e<strong>la</strong>buso y el <strong>de</strong>scubrimiento, y un nivel más bajo<strong>de</strong> apoyo familiar percibido a continuación <strong>de</strong>l<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l abuso.Cooper, Murphy, y Haynes (citados en Becker,1998) compararon ofensores sexuales <strong>juvenil</strong>esque habían sido sexualmente o físicamenteabusados con aquellos que no lo habían sido.Encontraron que los jóvenes abusadoscomenzaron su ofensa sexual 1,6 año mástemprano que el grupo no abusado, tenían dosveces más número <strong>de</strong> víctimas, era másprobable que tuvieran tanto víctimas femeninascomo masculinas, y era menos probable quelimitaran su ofensa a miembros <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia.Otra investigación sobre varios grupos <strong>de</strong>ofensores sugiere que los ofensores conhistorias <strong>de</strong> maltrato comienzan a ofen<strong>de</strong>r aeda<strong>de</strong>s más tempranas que otros ofensoresque no fueron maltratados. Por ejemplo, Knighty Prentky (1993) encontraron que los vio<strong>la</strong>doresque comenzaron a ofen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> jóvenes teníantasas más altas <strong>de</strong> <strong>de</strong>scuido emocional <strong>de</strong>niños que otros vio<strong>la</strong>dores que comenzaron susasaltos en <strong>la</strong> edad adulta. Los molestadores <strong>de</strong>niños que comenzaron a ofen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> jóvenestambién tenían tasas más altas <strong>de</strong> experiencias<strong>de</strong> victimización sexual a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> toda suinfancia <strong>de</strong> lo que tuvieron los vio<strong>la</strong>dores quecomenzaron su ofensa <strong>de</strong> adultos. Losvio<strong>la</strong>dores que comenzaron a ofen<strong>de</strong>r mientrastodavía eran jóvenes, según se contrastó conaquellos que comenzaron a ofen<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> edadadulta, tendían a venir <strong>de</strong> familias don<strong>de</strong> <strong>la</strong>conducta abusiva o sexualmente <strong>de</strong>sviada eradirigida a otros miembros <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia. Losdatos pertinentes a un grupo adicional <strong>de</strong>ofensores sexuales, que no tenían un registrooficial <strong>de</strong> ofensas sexuales <strong>juvenil</strong>es pero queadmitieron tal conducta en una entrevistaconfi<strong>de</strong>ncial, generada por or<strong>de</strong>nador, fueronsimi<strong>la</strong>res. En este grupo, los ofensores quecomenzaron perpetrando <strong>de</strong> jóvenes,contrastados con aquellos que comenzaron <strong>de</strong>adultos, tenían tasas más altas en general <strong>de</strong>victimización sexual en <strong>la</strong> infancia, susexperiencias sexualmente abusivascomenzaron a eda<strong>de</strong>s más tempranas, y losasaltos sexuales que experimentaron <strong>de</strong> niñostendían a ser más severos (por ejem., en unaesca<strong>la</strong> que variaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> acariciar hasta elcoito).98Estudios <strong>de</strong> Juventud nº 62/03
Ofensores sexuales <strong>juvenil</strong>esHABILIDADES Y RELACIONESSOCIALES E INTERPERSONALESFactores familiaresA<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l maltrato infantil, se ha encontrado quefactores como <strong>la</strong> inestabilidad familiar, <strong>la</strong><strong>de</strong>sorganización, y <strong>la</strong> <strong>violencia</strong> son prevalentesentre los jóvenes que se comprometen enconducta sexualmente abusiva (Bagley yShewchuk-Dann, 1991; Miner, Siekert, y Ack<strong>la</strong>nd,1997; Morenz y Becker, 1995). Los estudios varíanrespecto a los porcentajes <strong>de</strong> estos jóvenes quevienen <strong>de</strong> familias intactas. Algunos estudios(Kahn y Chambers, 1991; Fehrenbach et al., 1986)han encontrado que menos <strong>de</strong> un tercio <strong>de</strong> losofensores sexuales <strong>juvenil</strong>es en sus muestrasresidieron con ambos padres biológicos.Graves et al. (citado en Becker, 1998) utilizaronprocedimientos estadísticos (meta-análisis) paraanalizar los hal<strong>la</strong>zgos <strong>de</strong> estudios múltiples quefueron conducidos durante 20 años y <strong>de</strong>scribían<strong>la</strong>s características <strong>de</strong> los ofensores sexuales<strong>juvenil</strong>es. Los análisis resultaron en <strong>la</strong>i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong> tres grupos <strong>de</strong> jóvenes: jóvenessexualmente asaltadores, cuyas víctimas eran loscompañeros <strong>de</strong> los ofensores o mayores, jóvenespedófilos, cuyas víctimas eran al menos tres añosmás jóvenes que los ofensores; y grupo mixto,<strong>de</strong>scrito como que incluye jóvenes que perpetraronmás <strong>de</strong> una c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> ofensa sexual, incluyendoofensas sin contacto y con contacto (Weinrott,1996). Los resultados <strong>de</strong> Graves et al. (citado enBecker, 1998) también indicaron que los jóvenesque cometieron asaltos sexuales contra víctimasque fueron sus compañeros o mayores era másprobable que vinieran <strong>de</strong> hogares con un solopadre (78%) que aquellos que cometieron ofensas“pedófi<strong>la</strong>s” (44%) u ofensas mixtas (37%). Aquellosque cometieron ofensas pedófi<strong>la</strong>s, sin embargo,frecuentemente vivían en familias <strong>de</strong> adopción omezc<strong>la</strong>das (53%).Juntos, estos diversos estudios sugieren quemuchos ofensores sexuales <strong>juvenil</strong>es hanexperimentado separaciones físicas y/oemocionales <strong>de</strong> uno o ambos padres. La causa <strong>de</strong>esta separación pue<strong>de</strong> ser inestabilidad familiar,separación o divorcio parental, o <strong>la</strong> situaciónresi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong>l joven.La investigación sobre los factores familiares queafectan a los ofensores sexuales <strong>juvenil</strong>es tambiénha examinado los estilos <strong>de</strong> comunicación familiary los tipos <strong>de</strong> involucración familiar con el joven.Los estudios han encontrado que <strong>la</strong> comunicacióny los comentarios <strong>de</strong> apoyo que facilitan el diálogoson limitados en <strong>la</strong>s familias <strong>de</strong> los ofensoressexuales <strong>juvenil</strong>es y los ofensores violentos,mientras que <strong>la</strong> comunicación negativa, tal como<strong>la</strong>s afirmaciones e interrupciones agresivas, sonfrecuentes (B<strong>la</strong>ske, Borduin, Henggeler, y Mann,citado en Morenz y Becker, 1995). No essorpren<strong>de</strong>nte, que el apoyo y <strong>la</strong> supervisióna<strong>de</strong>cuada faltan en <strong>la</strong>s familias <strong>de</strong> estos jóvenes(Borduin, Henggeler, B<strong>la</strong>ske, y Stein, citado enHunter y Figueredo, 1999).En un estudio <strong>de</strong> comparación <strong>de</strong> ofensoressexuales <strong>juvenil</strong>es y otros ofensores <strong>juvenil</strong>es endos centros <strong>de</strong> tratamiento resi<strong>de</strong>nciales, losjóvenes sexualmente asaltadores fueron <strong>de</strong>scritoscomo que venían típicamente <strong>de</strong> familias“inverna<strong>de</strong>ro” intactas que frecuentementeevi<strong>de</strong>nciaron una patología severa, incluyendo elmaltrato infantil (Bagley y Shewchuk-Dann, 1991).Aunque los jóvenes sexualmente agresivosexperimentaron menos inestabilidad familiar (así<strong>de</strong>finido por múltiples cuidadores masculinosadultos y/o <strong>de</strong>serciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> figura <strong>de</strong> su padre),sus padres evi<strong>de</strong>nciaron niveles más altos <strong>de</strong>estrés marital. A<strong>de</strong>más, <strong>la</strong>s madres y padres <strong>de</strong>estos jóvenes tenían más problemas <strong>de</strong> saludmental que requirieron intervención, y los padresevi<strong>de</strong>nciaron tasas ligeramente mayores <strong>de</strong> abuso<strong>de</strong> alcohol. Los padres <strong>de</strong> jóvenes en el gruposexualmente agresivo también eran abiertamenteambiciosos con sus hijos y excesivamente críticoscon <strong>la</strong>s calificaciones esco<strong>la</strong>res bajas.Simi<strong>la</strong>rmente, Miner, Sieker, y Ack<strong>la</strong>nd (1997)<strong>de</strong>scribieron a los ofensores sexuales <strong>juvenil</strong>esen su muestra como que venían <strong>de</strong> ambientesfamiliares “caóticos”. Cerca <strong>de</strong>l 60% <strong>de</strong> lospadres biológicos tenían historias <strong>de</strong> abuso <strong>de</strong>Estudios <strong>de</strong> Juventud nº 62/0399
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