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CRISIS DEL CRISTIANISMO - Ediciones Universitarias

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<strong>CRISIS</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong>/examenen el designio libérrimo del Dios creador. El cristianismo seríaasí, en virtud de la doctrina de la creación del mundo y de laredención del Mesías llevada a cabo como acto pleno de donación,el responsable del fondo ateo de la sociedad actual. Ateísmono como negación de Dios en cuanto idea, sino negación desu identificación como fundamento, sentido y verdad específicaque, tarde o temprano, devienen sistemas totalitarios. Por eso elnihilismo representa la negación de la posibilidad de captar, pensary manipular a Dios como si fuese un Demiurgo con quien secomercia el bienestar de la humanidad, el sentido de la verdad oincluso la supervivencia del planeta.De esta manera, el nihilismo de los posmodernos como G.Vattimo y J. L. Nancy es más que la simple y llana afirmacióndel relativismo de la verdad y el reino de la anarquía moral.Basados en la crítica de Nietzsche, Heidegger y Derrida a lossistemas de poder basados en el miedo a la libertad, estos autorespostulan la inevitable necesidad de recuperar la existencia comoesa apuesta libertaria del sujeto débil que asume su vulnerabibióen sus cartas a los Tesalonicenses como horizonte de la vidacristiana en términos de aprendizaje para vivir en medio de lostiempos de los paganos “con la paciencia de Dios”.“Más acá” de la religión: el fin de los tiemposy el fondo gratuito de lo realEn suma, si el cristianismo no es una religión sino la superaciónde la religión sacrificial que exige siempre nuevos sacrificios yvíctimas en el altar de los ídolos del poder y la prepotencia, entoncesla crisis presente de la religión es la condición extraordinariapara que la fe de la Iglesia en el Crucificado-viviente recuperesu talante originario como anuncio de la gratuidad de Dios enmedio de la violencia humana. Gratuidad que se expresa comodesactivación de la espiral del deseo de omnipotencia infantilque preside la violencia de individuos y colectividades, misma queencuentra su coartada perfecta en la religión de víctimas y sacrificios.Gratuidad que se traduce en actos de donación para “quitarseel pan de la boca y darlo a quien tiene hambre” como decíaAl cristianismo aún le quedan páginas inéditas porescribir, microhistorias nuevas que contar, desdeese fondo de gratuidad que los místicos llamaron“conocimiento silencioso”.lidad como única condición de posibilidad de su devenir en lahistoria. Desde ahí el sujeto débil podrá reconstruir sociedadcon base en el mutuo reconocimiento de todos los sujetos quela conforman, velando siempre por rescatar a las víctimas de lossistemas totalitarios.Con ese mismo tono nihilista, varios pensadores católicosposmodernos como M. Corbí y A. Robles, proponen volver alfondo místico de la religión, redescubriendo el “más acá” delos sistemas de creencias, ritos, doctrinas y moral que suponetoda tradición religiosa, para encontrar ese “fondo sin fondo”,esa “nada” en la que el sujeto de las sociedades de conocimientopuede captar la gratuidad de lo real y entrar así en la lógica dela donación.Si bien el cristianismo ha sido rebasado como horizonte desentido en las sociedades secularizadas, fenómeno cultural inevitableen la lógica de la emancipación, es necesario afirmar tambiénque aún le quedan páginas inéditas por escribir, microhistoriasnuevas que contar, desde ese fondo de gratuidad que los místicosllamaron “conocimiento silencioso” y que ya San Pablo descriyael Talmud. Gratuidad que se mostró con claridad meridianaen las palabras y las obras del Galileo, antes como después de supaso por los caminos de Palestina y en la memoria dichosa de losdiscípulos luego de su entrega final en la cruz fuera de la CiudadSanta. Gratuidad que es vivida como acto de generosidad por losjustos y los inocentes de la historia, como lo atestiguan los relatosde las apariciones del Crucificado-resucitado propias de la Iglesiaprimitiva... Una gratuidad, en fin, que se hace donación total altraspasar las heridas de las víctimas de la historia con el resplandorde la vida nueva venida de Dios y no de la rivalidad humana.En suma, si el cristianismo tiene un porvenir no puede serotro que el de su Señor, a saber: aprender en cada momento de lahistoria a ser testigo de la gratuidad de Dios que desata los nudosde la violencia, que interpela al poderoso para dejar de oprimir,que consuela al abatido para que reaprenda a vivir con esperanzay dignidad, que anuncia el fin del mundo corrupto y el advenimientode los tiempos mesiánicos en la vida del Justo y de quienesdejan de vivir como crucificados para aprender a vivir comoresucitados en la memoria dichosa del Dios santo.16 IBERO

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