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CRISIS DEL CRISTIANISMO - Ediciones Universitarias

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Fundada por españoles y más tardereducto de criollos, Puebla se convirtióen paso obligado entre Veracruz y México,estancia intermedia que durante siglossirvió estratégicamente en las pugnas políticas,militares, eclesiásticas y culturales.Pero Puebla se erigió entre otras razonesporque muy cerca había un asentamientoindígena históricamente poderoso y lugarde una las matanzas más atroces cometida por Hernán Cortés:Cholula, fundada aproximadamente en el año 100 antes de Cristo.Hoy el eje urbano Puebla-Cholula hace de esta metrópolimedia una de las alternativas más ricas para comer, pasear porsus centros históricos, emborracharse de barroco español e indígena,quedar embobado por las fachadas de talavera, admirar susmúltiples iglesias y conventos o adentrarse en las profundidadesde la pirámide cholulteca.Ir a Puebla es confirmar que la comidaes la piedra de toque de cualquiercultura, su andamiaje simbólico, su antropología,su modo de ser. La comidapoblana invita inexorablemente al placer,y para ello, las posibilidades son muchas.Podemos empezar por los tacos árabes yorientales, cuya carne de cerdo es tan exquisita,que uno los puede probar siempresin que cansen. Hay muchas taquerías entoda la ciudad que los ofrecen pero “LaOriental” es la clásica desde el siglo XIX. A continuación tenemosque incursionar en las cemitas, pan de agua estilo bollo quepuede ser rellenado de cualquier platillo, desde un chile capeadohasta la tradicional pierna. Semejante a la torta, el sabor del pan,ligero y delicioso, distingue a la cemita. Hay expendios especialesque venden las cemitas en toda la ciudad.Seguimos en el reino de la comida popular poblana y ahora esel turno de las chalupas, rojas o verdes según la salsa de soporte, cebollay hebras de carne de res. Son la entrada perfecta a cualquiercomida. Los escamoles con guacamole son un platillo que bienvale la pena pagar por hacer posible que de unos gusanos puedaobtenerse uno de los mayores placeres culinarios. Y lo mismopodríamos decir de las guajolotas, pequeños pambazos de carne yaguacate sumergidos en un caldillo cuyo sabor encanta al paladar.En agosto y septiembre se pueden disfrutar los famosos chilesen nogada, regalo de monjas para Agustín de Iturbide en supaso por Puebla, y que han quedado como uno de los aportesculturales más bellos, sabrosos y únicos de México. Y qué decirdel mole poblano con su variante el pipián sea con pollo o cerdo. Elmole poblano es ligeramente dulce, extraordinario para estómagosdelicados y su pepita espolvoreada lo hace aún más sabroso.Toda esta comida de base, popular y casera, se ha complementadocon una oferta restaurantera de primer nivel. En Pueblahay muchas escuelas que forman chefs y que anualmente nutrenrestaurantes de comida típica, mexicana, española, internacional,especializados en carnes, mariscos o vegetarianos. Hay para todoslos gustos y bolsillos. Pero eso sí, la calidad es increíble, comosi se tratara de ir formando un paladar exigente.Algunas recomendaciones pueden ser: “La Noria” para comidatípica, enclavado en la esquina de 23 sur y vía Atlixcáyotl;Ir a Puebla es confirmar quela comida es la piedra detoque de cualquier cultura,su andamiaje simbólico, suantropología, su modo de ser.es un viejo casco de hacienda del que no se querrá salir toda unatarde. A una cuadra es posible comer unos inigualables tacos decamarón o de jaiba pues “La burgalesa” es uno de los lugares másexquisitos para pescados y mariscos.Si se trata de carne, los mejores cortes están en la Avenida Juárez,sea en “Che Garufa” o “Chimichurri”. Y ya que estamos en laAvenida Juárez se podrá caminar por toda ella para descubrir decenasde alternativas para comer, entretenerse, oír música y bailar.Esto nos está llevando al Centro Histórico, un microcosmospara admirar la Catedral, la capilla del Rosario, la plaza de SantoDomingo, la iglesia de la Compañía de Jesús. Al lado de la iglesiade la Compañía está la rectoría de la Benemérita UniversidadAutónoma de Puebla (BUAP) justo en lo que antes era el Colegiode los jesuitas y que ilustra muy bien lo que sucede hoy entoda Latinoamérica, es decir, los antiguos colegios de los jesuitas,con la expulsión, terminaron siendo la sede de las hoy universidadespúblicas.El Centro Histórico está lleno de edificios del siglo XVI o XVIIremodelados para hoteles-boutique, como “El Sueño” o restaurantescomo “La Casa de los Muñecos”, verdaderas obras maestrasde arquitectura que en su interior provocan armonía y placer.En las noches hay una vida muy activa tanto en bares como enespacios para tertulias y música. Destaca “El teorema”, librería-Foto: Corbis.Ibero 43

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