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La cultura entre el conflicto y el diálogo 27La cultura del conflicto, la cultura del diálogoLa conciencia acerca de la polarización de los fenómenos culturales ysociales ha determinado profundamente en el pensamiento occidental dosvisiones contrapuestas de la cultura, pues, si una de ellas destaca el conflictosubyacente a cada uno de todos esos fenómenos polarizados, la otra enfatizala necesidad de encontrar puentes de comunicación, vías de mediación. Endefinitiva, parecen chocar dos visiones antagónicas de la cultura: una marcadapor el conflicto, la otra por la necesidad del diálogo. La tragedia de lacultura de la que nos hablan, entre otros, F. Nietzsche o G. Simmel, elmalestar de la cultura al que se refieren Jean Jacques Rousseau y SigmundFreud, la lucha irreconciliable de clases que defienden Marx y Engels, lanoción de cultura basada en el conflicto de Wallerstein o de SamuelHuntington serían ejemplos de la primera perspectiva a la que nos hemosreferido. Por el contrario, también abundan aquellos que mantienen elsegundo enfoque, encontrándose entre ellos, por ejemplo, Ernst Cassirer,quien expresó —en Las Ciencias de la Cultura— la idea de que la cultura esun drama y no una tragedia, pues no existen ni una derrota ni una victoriadefinitivas. También se halla en esta posición Raymond Williams, ya quepreconiza una Sociología de la Cultura como disciplina de convergenciaentre dos tendencias, la del pensamiento social en general y sociológico enparticular, y la de la historia y el análisis cultural. E igualmente K.Mannheim, al elaborar un método documental que es una síntesis de losotros dos modos opuestos de ver el arte, el inmanente y el genético. Tambiénpueden ser incluidos en esta posición Marshall Berman, al defender las perspectivaspolarizadas y complejas de la modernidad, y, finalmente, ErnestGellner, al identificarse como puritano ilustrado, una posición intermedia,situada a mitad de camino entre los relativistas posmodernos y los fundamentalistasislámicos.En este libro también se encuentran defensores de una y otra vía, aunquedominan los que ven en la cultura un factor de diálogo. En efecto, entre losprimeros podemos situar a Jorge Hurtado, que, si bien se plantea superar eldualismo entre cultura y civilización, parte de la definición de Wallerstein yanaliza el malestar de la sociedad y de la cultura de nuestro tiempo. Y quizástambién a Fermín del Pino, pues, aunque señala que sociólogos y antropólogosposeen en conjunto padres fundadores, textos-clave, conceptos y términosde análisis, termina recalcando la diferencia entre unos y otros ysosteniendo que los sociólogos están convencidos de las virtudes de lamodernización mientras que los antropólogos defienden las sociedades tradicionales.Todos los demás autores mantienen una posición que enfatiza

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