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Globalización y cultura 83los valores capaces de situar los Derechos Humanos —individuales y colectivos—y no el Mercado en el lugar central. Y que puedan, también, plantearel rescate de la política como ámbito de participación colectiva en losasuntos públicos, propiciando que quienes han sido reducidos a meros ypasivos consumidores reconquisten la categoría de ciudadanos e impulsandola aceptación de la multiculturalidad en un horizonte intercultural.Situarnos en esta perspectiva es la única opción que puede permitir elmantenimiento y desarrollo de las identidades culturales de los pueblos.Aceptar, por el contrario, la lógica de la globalización y la ideología de lainevitabilidad del modelo cultural único, equivale a aceptar que las expresionesde las diversas culturas queden reducidas a artículos de consumo, aespectáculos o souvenirs para el turismo de masas, o pasen a ser elementosarqueológicos a contemplar e incluso admirar, pero sin significación identitaria,sin valor de uso. Lo que no es posible, sino ilusorio, es pretender compatibilizarel mantenimiento de la diversidad cultural en el mundo y delmulticulturalismo en las diversas sociedades concretas con la lógica mercantilistay totalitaria de la globalización. A menos que dicha diversidad seentienda restringida a elementos formales, vaciados de funciones y significados,que permitan una venta fácil en el mercado turístico o puedan tenerdemanda en el mercado interior como referencias para estériles ejerciciosnostálgicos.5. EL PARADIGMA NECESARIO DE LA GLOCALIZACIÓNPuede parecer a muchos que es imposible oponerse a la lógica de la globalizacióny que, por ello, la batalla por el mantenimiento y desarrollo de ladiversidad cultural y de las lógicas culturales no mercantilistas es una batallasin sentido. Esta consideración sólo puede basarse en la asunción de que esla globalización la única dinámica que opera en nuestro mundo y que, porello, es inevitable que se imponga su modelo homogeneizador, basado en elamerican way of life. Pero, si la ideología del globalismo, el «pensamientocero» que diría Todd (1999), no ha anulado nuestra capacidad de observacióny de análisis, tendremos que ser menos pesimistas, ya que, junto a ladinámica desigualitaria y totalitaria de la globalización, basada en la extensiónde la lógica mercantil a todos los territorios del planeta y a todas lasdimensiones, tanto públicas como privadas, de la vida, coexiste la dinámicacomplementaria, pero opuesta a ella, de la reafirmación de las identidadescolectivas de los pueblos y sectores sociales excluidos, marginalizados ominorizados, que se asienta en lógicas incompatibles con la mercantil: enlógicas comunitaristas. Es a esta dinámica a la que suele darse el nombre,dudosamente feliz, de «localización», que no debemos hacer equivaler conel localismo como ideología, ni confundir con los efectos de los fenómenosy pulsiones globales sobre los ámbitos microsociales.

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