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Globalización y cultura 79poblaciones como en la conciencia de la gran mayoría de los sereshumanos—, ese mundo debería constituir una única sociedad con un únicosistema económico, un único sistema político y un único modelo cultural. Eseste sofisma la base del «pensamiento único» que actualmente tiende aimponerse a escala planetaria, el cual consiste en la interiorización de lainevitabilidad, de que todos los territorios, recursos y relaciones socialesfuncionen como elementos de un Mercado «libre»; de que en todas partesfuncione la «democracia liberal», legitimada ritualmente en elecciones políticas«libres», y de que los modos de vida, los valores y las expresiones simbólicas(«culturales») sean también básicamente uniformes en el mundo,salvo en aquellos aspectos secundarios que puedan tener valor de mercado.Es por esto por lo que aquellos usos sociales, costumbres, expresiones yproducciones culturales menos susceptibles de ser mercantilizados, es decir,de producir beneficios, materiales o simbólicos, mediante su introducción enlos circuitos de los diferentes mercados, son definidos a priori comoarcaicos y «contrarios al progreso», y se los desprestigia y presiona para quesean abandonados como un lastre, o se mixtifican para conseguir su incorporacióna aquellos. Hablo de formas constructivas, de relaciones ceremoniales,de rituales festivos, de músicas, de danzas, de sistemas alimentarios,de artesanías... Su valor de uso, incluyendo en este su significado como referentesy reproductores de identidades étnicas específicas, se desvaloriza odesprecia en relación con su potencial valor de mercado. Y es este el queexplica la pervivencia, o incluso el auge, de algunas de estas «manifestacionestradicionales», que realmente ya no lo son porque han perdido o handesactivado muchos de sus elementos y casi toda su carga significativa eidentitaria. Han sido descontextualizadas, resignificadas, refuncionalizadasy convertidas casi siempre en productos lights para una más fácil aceptaciónen los mercados, sobre todo turísticos y comunicacionales.El hecho de que la lógica del Mercado no sea sólo económica y, portanto, impregne y contamine todos los ámbitos de la vida social colectiva,interpersonal e individual, hace baldío cualquier intento de «excepción cultural»si no se inscribe en una confrontación frontal con dicha lógica. Comoes sabido, actualmente existe, sobre todo en lugares como Francia, un significativomovimiento a favor de que la OMC no controle, es decir, desregule,las producciones intelectuales y artísticas, y no las contemple como simplesmercancías. El planteamiento es correcto, pero sus objetivos son ilusorios sino se sitúan en un marco de rechazo a que la salud, la educación, la vivienda,la producción de alimentos y bienes básicos, la información, el medioambiente,el desarrollo y el ejercicio efectivo de los derechos humanos seanconsiderados mercancías en el mercado, ámbitos en los que obtener elmáximo beneficio. Las expresiones «culturales» —los libros, el cine, losdiscos, las «bellas artes»— son hoy producidas, principalmente, por indus-

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