Las letras de Galiana...Alfred Nobel y el cinetexto: GALIANA (@GalianaRgm)Hace unos momentos herecibido un mensaje de laorganización para la que trabajo,en el que se me encomendabauna misión relacionada con laspelículas cuya temática gire entono a la búsqueda del oro enCalifornia.Para empezar, diré que es unatarea algo farragosa. No me dejanutilizar Internet para llevar a cabomi cometido, tan solo puedobuscar en mi memoria —la cualno es muy buena, por cierto—, ydudo mucho sea capaz de llevara buen término mi trabajo. Es unreto del que saldremos comopodamos.De niña, los domingos por latarde podía elegir entre ver unapelícula sobre la búsqueda deloro en California, donde aprendercómo vivían los americanos demitad del siglo XIX, o ver a Dalilacortándole el pelo a Víctor Matureen Sansón.Por alguna extraña razón, megustaban más los tipejos sucios,malolientes en los lechos de losríos, con un cedazo cribandola arena con la esperanza deencontrar una pepita de oro; lafacilidad con la que encañonabanal primero que pasará por allí, over como clavaban un cuchillo enel pecho a todo aquel que trajerala sana intención de arrebatarlesalguna de sus posesiones.Dejando a un lado mis aficionesinfantiles, debo hacer todo loposible por tratar de recordarcómo eran estas dichosaspelículas para completar con éxitomi misión.La película empezaba siemprecon un plano del protagonistaguapo, encantador, de moralintachable, que soñaba con latierra prometida, California. Aéste le daba réplica un tipo malomalísimo, dueño de una mina llenade oro cercana al río donde losbuscadores se dejaban la piel poruna pepita, vigilada por una bandade cuatreros que con cabalgarluciendo armas para intimidar alpersonal ya tenían plano. El trío,y como mandaban los cánonesde la época, lo completaba unabella mujer, que bien era unabuscadora de oro con unas curvasde espanto queriendo hacer lasmismas tareas que un hombre,bien era una damisela en apurosque a la hora de la verdad sabíaapretar el gatillo que daba gusto.Esto en cuanto a los personajesprincipales, ahora vamos con laslocalizaciones y con el momentohistórico en cuestión.Los guionistas situaban la tramaargumental entre el 1848, cuandoen Sutter’s Mill, Coloma, en lascercanías del Río Americano, elcapataz James Marshall y sushombres encontraron pepitas deoro, y 1855, cuando todo aquellose normalizó dando lugar elcrecimiento de las ciudades, unavez California había sido admitidacomo Estado de la Unión.Vistos los personajes yteniendo clara la ambientación,toca analizar el argumento.Todas estas películas debían estarescritas por el mismo guionista deHollywood —o por miembros delmismo equipo— porque la tramasiempre era la misma.JoF | NO. 14 | Marzo 2014 90
Los protagonistas seenamoraban de la protagonistafemenina —la que siempreestaba limpia y recién bañada,en contraste con el resto delpersonal totalmente harapiento—y hacían de la cuestión amatoriaun asunto más de testosteronaque de otra cosa. Llegados a estepunto, los guionistas se las teníanque ingeniar para hacer que losbuenos encontraran el oro ysuperaran epidemias de cólera,mientras los malos se fueran alinfierno con billete de idasolamente. Y, por supuesto,que el guapo se quedaracon la chica.El quid de la cuestiónestaba en cómo hacer quela mina de oro reventarapara que el preciado metalfluyera por el río, y que susaguas tuvieran el preciadometal de tal manera quelos buscadores tuvieran supropio final feliz tras casi doshoras de penurias.Vamos a saltarnos algunaspartes de la película y noscentramos en el momentoen que el guionista de turno,después de mucho cavilar,encuentra que la únicamanera de volar aquello esutilizando un compuestoorgánico que se obtienemezclando ácido nítricoconcentrado, ácido sulfúricoy glicerina. Su fórmula moleculares C 3H 5N 3O 9y su nombre IUPACes 1,2,3-trinitroxipropano. Encristiano, para que los de letrasnos enteremos, hablamos de lanitroglicerina, ese liquidito queparece agua —al menos así loveíamos en el cine— y que a lamínima explotaba destruyendotodo lo que estaba cerca.No sabemos quién de losguionistas había oído hablar deldescubrimiento que el químicoitaliano Ascanio Sobrero hizo allápor 1847, pero la nitroglicerina seconvirtió en star de Hollywoodcon todo lo que ello conlleva.Para que al bueno se leencendiera la bombillita,previamente las había pasadocanutas y alguna que otra palizahabría recibido por los matones deturno, pero nada de eso le hacíareaccionar hasta que la chicacorría peligro. Llegados a estepunto, solía irse a un tugurio demala muerte para beber como sino hubiera un mañana, y después,milagro: la nitroglicerina se erigíacomo una star de Hollywoodacaparando planos ya que seconvertía desde ese momentoen la solución a los problemas detodos.El caso es que el bueno, pasadala cogorza, se veía conduciendouna carreta de mala muerte,medio desvencijada, de ésas queno parecen aguantar ni una milla,y debiendo atravesar un pedazode desfiladero lleno de rocas,por la que ni una cabra hispánicahubiera sido capaz de pasearse,para traer de vete tú a saberdónde la única arma capaz deacabar con los malvados. Ademásde hacerle pasar por un parajenada apropiado para un viaje encarreta, le añadían una tormentade padre y muy señor mío, por loque el pobre hombre daba hastapena.Todo eso no era nadacomparado con lo que de verdadhacía peligroso el viaje: debíavolver al campamento con ladichosa nitroglicerina, porque losbuscadores y la chica confiabanen él, y cualquier cosa valía menosdefraudar a los suyos.Situémonos en elmomento que nuestro héroe,ya es tiempo que le llamemosasí, llega al dichoso lugar queno aparecía ni en los mapas,y obtiene el condenadoexplosivo.El químico que habíaelaborado aquello —ni ideade cómo lo había hecho nitampoco los guionistas nosmostraban un laboratorio ninada parecido— le entregabaunas botellitas de cristal, conforma de esfera, tapadascon un corcho y llenasdel dichoso elemento. Losfrasquitos en cuestión secolocaban en una caja demadera, separados unos deotros por un puñadito de pajaporque con el roce más levepodía convertir la carreta enmadera chamuscada y lospedacitos del protagonistaacabarían siendo analizados porlos del CSI siglo y medio después.En ese momento en la películase introduce un nuevo elemento,el suspense.Como Alfred Hitchcock noestaba a mano dispuesto a rodaruna escena memorable, serodaban dos secuencias. En unaveíamos el líquido moviéndosedentro de los frascos, y cómola paja que había entre ellosmenguaba misteriosamente,dando la sensación que encualquier momento los frasquitosse iban a chocar y todo saltaríaJoF | NO. 14 | Marzo 2014 91