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Scherzo. Núm. 92

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D O S I E RLos GarcíaUN TENOR ESPAÑOLEN LA CORTE DE MURATDe entre todos los cantantes empeñados en alcanzarlas coras máximas de gloria. Manuel Garcíafue en verdad uno de los más decididos y aguerridosen perseguirla. En España debutó y obtuvopoco más que discretos éxitos, formando y dirigiendouna compañía que se especializó en el repertoriode tonadillas. Sus componentes eran deun nivel medio bajo; sólo e! nombre de LorenzaCorrea, que aparecía junto al de su hermana Laureana, puededar idea del alto nivel artístico al que aspiraba el músico. Músico,sí. y no sólo tenor, pues García era un apreciadísimocompositor. De hecho se puede deducir que Manuel .siempreestuvo indeciso a la hora de dar preferencia a una u otra actividadartística. Quizá debido a que duda.se sobre cuál de lasdas facetas le resultaría más fructuosa, en 1808. cuando teníatreinta y tres años, decidió que la única manera de prosperaren el más prestigioso campo de la ópera italiana, bien comocompositor, bien como cantante, era abandonando ¡a tierrapatria. Sólo de esta manera pudo cultivarse en un repertoriomuy de moda en el país, ¡pero que nunca hubiesen confiadoa un español! Nenio propbeta in patria.Para entrar en la ópera italiana, la meta más cercana eraParís. En la capital francesa, y también en Londres, uno debs dos Teatros Reales estaría consagradoexclusivamente a la ópera italiana.El éxito obtenido por Garda enFrancia era un buen augurio de laperspectiva halagüeña que el génerole ofrecía. El Théátre Italien loveia triunfar en la Gnsekiii de Paer,ópera que le permitía desplegartodos los recursos de su canto,adaptado, quizá por vez primera, alas exigencias de la lengua italiana.La ambición de García era cantaren los teatros más importantes deEuropa, pero también espera ha introduciren ellos sus propias composiciones.Dejaba Francia paramarchar a Italia, convencido de queallí encontraría mejor ocasión dehacer brillar su genioEn Italia, el mundo de la músicaestaba pasando por una etapa detransición. Hacía poco que la estrella de Rossini había aparecidoen el horizonte, destinada a borrar definitivamente losmodos de la escuela dieciochesca, y a relegar a un segundoplano al resto de los compositores contemporáneos, incapacesde superarle.Es este un momento increíble de la historia de la música;la moda rossiniana acapara al público, primero en los teatrositalianos, extendiéndose después, como una mancha de aceite,y conquistando incondicional mente :i todos los públicosde Europa, y como veremos, también los de América.Manuel, tras un in.stante de reflexión, será uno de los másFirmes defensores del genio de Rossini, y uno de los másconvencidos embajadores de su música.Junto a MI familia de músicos. García llegaba a Ñapólesen 1812, gracias a la sagacidad de aquel genio de la empresateatral que fue Domenico Barbaja. La contribución de estepersonaje a la historia de la ópera italiana está aún por estudiar,pero merecería particular atención. Cierto es que García,como después Rossini, Bellini, Donizetti y muchos otros colegashabrían encontrado en él un gran apoyo en la producciónmusical.El contrato que ligaba al músico con los Reales Teatrosnapolitanos lo contemplaba como intérprete y como autor.Por entonces García tenía en su catálogo una decena de óperas,todas en español, y casi ttxJas representadas en el Teatrode los Caños del Peral de Madrid. Barbaja, por tanto, debíafiarse sólo de su palabra, o encargarle una ópera sólo habiendoescuchado algún fragmento de su composición. Fuerancomo fueran las cosas, sólo en el San Cario y en el Teatro delFondo .sonó la música del tenor español.En el contrato firmado con el empresario se incluía laprestación de .servicios de Joaquina Sjtches, conocida en Italiacomo Gioacchina García, que se estaba especializando en papelesde comprimaria, y que estuvo presente en buena partede los títulos en que intervino el marido en los leatros napolitanos.Con el matrimonio viajaba también la hija María, quegracias a las enseñanzas vocales y el temperamento aprendidodel padre, de mayor se convertiría en la Malibran. Ñapólessería, como veremos, parte fundamental de su formación.El debut de Manuel y Joaquina sepruduce a la vez: en el San Cario serepresenta el 6 de enero tic 1812 unaobra bastante afortunada de Portugal,Loro non compra amare. A ManuelO,se le confía el papel de Alberto, a Joaquinael de Dorina. Como es nonnalen Ñapóles tras la presentación de ungran cantante en los teatros de la ciudad,el crítico del periódico oficial,aun elogiándolo, habla de él en .sentidonegativo y lleno de reservassobre su estilo y método de canto,que en este caso debió parecer demasiado-españolizante» para unosoídos tan dasicistas y académicos. Alcritico tampoco le gustó mucho suexcesiva desenvoltura en la interpretación,demasiado revolucionariapara un escenario cortesano y austerocomo el del San Cario. -El señorGarcía, nuevo tenor presentado paraesta ocasión, no desagrada; en un teatro menos importantesería aplaudido. No le falta agilidad, pero su método no esrefinado. Como actor, el señor García no carece de mérito;quizá cae de cuando en cuando en la afectación derivad) dedemasiada desenvoltura y libertad. A pesar de estos inconvenientes,no podemos sino felicitar al público de la adquisiciónhecha por nuestro teatro-.Por entonces García tuvo ocasión de cantar en el Teatrodel Fondo en dos óperas de Mayr: L¡ roccici di l-nawtistein,el 7 de mayo de 1812, y la más popular Elisa, ei 9 de junio siguiente.Ambas contaron con la participación de Emilia Fenzi,otra celebridad presente en la primavera de 1812,Con ocasión del santo del rey Gioacchino Napoleone, osea, Joachim Mural, el lí de agosto, se representó nadamenos que la ¡figenia in Atilidf de Gluck, símbolo de la sofisticadarenovación efectuada por la dirección artística de los

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