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Scherzo. Núm. 92

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ACTUALIDADCanariasMÚSICAS NUEVAS EN CANARIASEs sabido el compromiso que, añadiéndoloa tantos otros atinadosque configuran la prueba, ha asumidodesde la edición precedenteel Festival Internacional de Canarias:el de encargar anualmenteun obra a un compositor extranjero -yestrenársela, claro-, además de la queya se venía encomendando y estrenando,también cada año, a uno de nuestrosmúsicos. El acuerdo es. repito, atinadoa más no poder, y enriquecedoral máximo de un contenido festivaleroque ya alcanzaba cotas muy altas entodo lo demás. El propio acuerdo, ensí mismo. Abstracción hecha, quierodecir, del mayor o menor acierto conel que los comisionados hayan sabidocumplir los encargas. Naturalmente,si ese acierto aparece,se habrá coronado cum laude lafinalidad encomendante,Pues bien, eso es lo quepuede afirmarse de lo sucedidoen la undécima y reciente edición,sin que lo impidan las. en todocaso, personales y no sustantivasreservas que se les van a apuntara las dos páginas estrenadas.Como de sobra conocen loslectores de SCHERZO por el artículoprevio que suscribía en elnúmero anterior José Luis Pérezde Arteaga, había sido WolfgangRihm (Karlsruhe, 1952) el compositorno español elegido para queescribiera y estrenara en el Festivalcanario de 1995. Me remitotambién a aquel trabajo para norepetir ahora detalles sobre la génesisde la nueva obra, Ins offene..//-segunda elaboración delmaterial del primer Ins offene...-o la disposición no convencionalde los treinta y nueve instrumentistas,repartidos entre escenario y sala. Sícumple en cambio, en este comentariopostestreno, ponderar muy positivamente,y en primer lugar, la enormeseriedad con la que Rihm ha tomadoel encargo de las Islas. Ins offene... II.de veintiséis minutos de duración, esproducto concienzudamente trabajado-o al menos de eso da impresión- yordenado secuencialmente con rigorcartesiano. Es obvio que la valoraciónde la estereofonía que se proponehabrá de variar sustancialmente enfunción del lugar en que se encuentreel escuchante, pero por lo que a mírespecta puedo asegurar que ha sidoesta una de las ocasiones en las quemejor he podido percatarme del objetivode espacialidad deseado. Otro granacierto, y aun originalidad: la organizactóndina mico-discursiva del color, concategoría estructuradora, además. Rihmapela y logra, en efecto, en una propuestade pura abstracción, expresarsecon toda lógica a través de una especiede nueva klcmgfarhenmelodie, unaklarijifarhenmelodie no individualizadaen sonidos concretos y diferenciados,sino conformada por colectivos tímbricosen mutación constante. Y de innegableeficacia expresiva y comuniesdora.Y dicho .sea esto sin estar del todode acuerdo con el aserto de que en elalemán prima lo visceral sobre lo reflexivo.Quizás porque se me antojenmás ricas en él las facultades especulativasque las imaginantes. La lecturaseis de dos breves pausas para cambiosen la mise en scéne instrumental.Me parece, con todo, que tambiénaquí, en este estreno español quierodecir, es abrumadoramente más importanteel haber que el debe. De los cuatromovimientos primeros, sólo costadospositivas pueden señalarse: destacada,pero bien medida y rica presenciadel clarinete solista; climas expresivoscontrastadas entre ellos, sin perjuiciode la variedad de aconteceres internas;diversidad, asimismo, del coloridoinstrumental que le define a cada uno,con eficaz uso del sistema de eco enlas das primeros,.. Y en el conjunto delos cuatro, identificación paladina conI Albrechl estrenó la obra de Wolfgang Rihm al frente de la Filarmónica Checa.que hicieron de la obra en el TeatroPérez Caldos (20-1-95) Gerd Albredit yla Filarmónica Checa me pareció demuy especial claridad explicativa.La tuvo también grande la que enlos mismos escenarios y sala -que tambiénen el estreno español se prescribenubicaciones estereof'ónicas- ofrecieronde Mise en scéne de José RamónEncinar, la Filarmónica de Gran Canariay el clarinetista Adolfo Garcés -formidableen todo su intensivo cometido,incluida la quasicadencia final conel clarinete contrabajo-, dirigidos porAdrián Leaper (25-1-95). No estoy, sinembargo, tan seguro de que .se ajustarabien la ejecución a la idea creadora enlo que atañe al lempo, por cuanto elautor habla de cuarenta y cinco minutosaproximados de duración y la realñie de .sesenta y tres de música, másel propósito estético común que perseguíaEncinar: conseguir -una composiciónunitaria en la que. sin embargo,son perceptibles signos de evoluciónen su interior-. No puedo suscribir juiciostan positivos, en cambio, a propósitodel quinto y último movimiento.Aunque en absoluto quepa que nadiese sienta cansado por la audición delos cuatro precedentes, la atención quese presume que deben exigir sus casitres cuartos de hora hace que, ahora sí,se haga interminable el nuevo cuartoque ocupa la introducción orquestal,un tanto inexpresiva y monocorde, quese antepone a la esperada cadencia-más bien recitativo .sobre leve rumorde cuerdas- del espectacular y gigantescoclarinete contrabajo.Leopoldo Honfañón

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