del mobutismo <strong>ha</strong>brá sido uno de los más sanguinarios del continente. Habituado acomprar a sus opositores, a distribuir puestos ministeri<strong>al</strong>es y embajadas para reducir a laoposición, <strong>nunca</strong> <strong>ha</strong> vacilado en utilizar la represión más sangrienta en especi<strong>al</strong> contr<strong>al</strong>as movilizaciones estudiantiles. El posible fin<strong>al</strong> de este régimen será ciertamente elfin<strong>al</strong> de <strong>una</strong> época, no solamente en Zaire, sino en toda África Centr<strong>al</strong>.Hay colegas de Rouge que nos invitan a escanciar el c<strong>ha</strong>mpán para festejar elacontecimiento. Se critica un artículo de L'Humtmité que sugiere la influenciaposible de los americanos en la ofensiva de Kabila, que sería <strong>una</strong> muestra de lavieja tradición del PCF, prefiriendo la presencia imperi<strong>al</strong>ista francesa a la de losyankis. Pero ¿dónde nos situamos los que ante el fulminante avance de las fuerzasde la Alianza dudamos en bajar a la tienda para comprar la botella? ¿Estamostodos en el campo del chovinismo est<strong>al</strong>inista?<strong>La</strong> verdad, no resulta muy convincente citar <strong>al</strong> representante del Departamento deEstado norteamericano que nos dice que Kabila "<strong>ha</strong> permanecido 30 años en lajungla" y por consiguiente (?) Washington no sabe qué <strong>ha</strong>rá cuando esté en el poder.Kabila no estaba en la jungla; se movía por los diferentes países del África orient<strong>al</strong>,participaba a niveles diversos en los debates de la oposición zaireña, aunque estababastante aislado respecto a las disputas de las fuerzas políticas de Kins<strong>ha</strong>sa. 'El problema está en saber si Kabila es un agente americano o un líder políticoindependiente deseoso de arrancar a su país de la corrupción y la dependencia...Pero a nuestra esc<strong>al</strong>a, no <strong>ha</strong>y ningún medio de saber cuáles <strong>ha</strong>n sido las relacionesentre Kabila y los americanos durante los tres últimos años. Sólo somos observadoresmuy margin<strong>al</strong>es de las políticas de Estado. <strong>La</strong> presencia de soldadosamericanos en la otra orilla del río Congo, ni por otra parte los llamamientos deWashington <strong>al</strong> <strong>al</strong>to el fuego, constituyen elementos suficientes para caracterizar lapolítica americana. Como todo Estado (éste más aún que los otros), su política esmultiforme, aparentemente contradictoria y está construida sobre redes y lobbiescuyos objetivos y actividades visibles parecen opuestas.¿Qué sabemos con certeza? En primer lugar, que el Estado zaireño está en tot<strong>al</strong>descomposición y que este solo hecho representa un enorme factor de inestabilidaden la región. Sabemos que desde <strong>ha</strong>ce años, varios gobiernos (entre ellos el francés)venían desarrollando <strong>una</strong> política de "transición suave" post-Mobutu que <strong>ha</strong>fracasado. Sabemos que el debate entre los franceses y los americanos no se refiere <strong>al</strong>as cu<strong>al</strong>idades del dictador... sino a los medios para evitar (con o sin él) la dislocaciónde ese país para favorecer un relanzamiento de las inversiones.<strong>La</strong> hora de MobutuEl actu<strong>al</strong> episodio de la crisis zaireña <strong>ha</strong> supuesto <strong>una</strong> clara ruptura de losamericanos con la política francesa. El gobierno de EE UU <strong>ha</strong> decidido que <strong>ha</strong>llegado la hora de Mobutu.En lo que se refiere a la Alianza, sabemos que si el personaje de Kabila eraconocido por las demás fuerzas políticas del Zaire, sus medios humanos eran (enel mejor de los casos) muy modestos. Entonces, ¿a qué puede deberse este fulguranteavance militar y esa no menos impresionante popularidad en las ciudadesque "esperan a Kabila"?38 VIENTO SUR Número 32/Maxo'1997
<strong>La</strong> princip<strong>al</strong> razón es el derrumbe del Ejército de Mobutu: más <strong>al</strong>lá de sussaqueos tradicion<strong>al</strong>es, el Ejército <strong>ha</strong> explotado rápidamente, y muchos de susintegrantes <strong>ha</strong>n pasado a la vida civil o se <strong>ha</strong>n integrado a la Alianza. <strong>La</strong> segundarazón es evidentemente la miseria y el sufrimiento. Fin<strong>al</strong>mente, quien anuncia <strong>al</strong>godiferente <strong>al</strong> caos <strong>ha</strong>bitu<strong>al</strong> consigue la adhesión inmediata de las poblaciones.Pero estas explicaciones no son suficientes. <strong>La</strong> "elección de las masas" noinv<strong>al</strong>ida las cuestiones que se plantean sobre las personas que rodean a Kabila ysobre lo que él mismo <strong>ha</strong> hecho durante 30 años.<strong>La</strong> natur<strong>al</strong>eza política de la Alianza se <strong>ha</strong> construido a lo largo de loskilómetros por la adhesión de los notables loc<strong>al</strong>es. No <strong>ha</strong>bía ni núcleo kabilista nired de simpatía en la mayor parte de las ciudades conquistadas. En Kins<strong>ha</strong>sa, porel momento, son porciones de partidos constituidos los que comienzan más omenos a simpatizar con el líder de la Alianza. Pero ésta no tiene ningúnenraizamiento soci<strong>al</strong>, ni político anterior en estas ciudades. Tampoco tieneprograma o ideología... Todo eso <strong>ha</strong> sido construido con urgencia a partir deviejas referencias nacion<strong>al</strong>istas o mezclando la cohesión nacion<strong>al</strong>, la disciplina yla necesidad de reconstruir el país.Estamos muy lejos de <strong>una</strong> reflexión innovadora sobre la dependencia <strong>ha</strong>cia el imperi<strong>al</strong>ismoy sobre la democracia. <strong>La</strong> Alianza es <strong>una</strong> fuerza político-militar sinantecedentes y sin preparación. Y sin embargo, se dirige en línea recta <strong>ha</strong>cia elpoder en uno de los mayores Estados del África negra, lo cu<strong>al</strong> dice mucho sobre lanatur<strong>al</strong>eza de ese Estado.Por otra parte, no es un error decir que, por lo menos, la Alianza sirve a los interesesde la política americana. Y si las cosas se precisan en este sentido, Washingtondeberá inyectar medios para constituir <strong>una</strong> nueva "coherencia" en torno a Kabila,quizás también por medio de tránsfugas del mobutismo o de fracciones de laoposición. Este proceso puede eternizarse y engendrar enfrentamientos.Entonces, ¿<strong>ha</strong>brá que poner la confianza en la dinámica soci<strong>al</strong> que se lanzaríapor la brec<strong>ha</strong> abierta por Kabila? No <strong>ha</strong>y que olvidar la herencia del mobutismo: lanatur<strong>al</strong>eza ultraven<strong>al</strong> de la mayoría de la oposición, sobre el <strong>al</strong>to grado dedislocación soci<strong>al</strong> y de <strong>al</strong>ienación de la población.Un país exangüe es un país cuyas fuerzas soci<strong>al</strong>es están exangües. El pronósticode la interacción entre <strong>una</strong> fuerza política impulsora y la sana presión delmovimiento de masas no es solamente un esquema optimista, es un contrasentidoen <strong>una</strong> sociedad como ésta, hoy.Incitar a las campañas de solidaridad con la Alianza sería un error. Peroentonces, ¿qué <strong>ha</strong>cer? Parece más urgente mirar más <strong>al</strong>lá de las fuerzas enpresencia y enfocar esenci<strong>al</strong>mente a Kins<strong>ha</strong>sa, donde todo se va a jugar en últimainstancia, para ayudar a todos los que <strong>al</strong>lí no serán mañana seguidores ni deMobutu, ni de Kabila, ni de la "oposición radic<strong>al</strong>": asociaciones, grupos deestudiantes, medios cristianos radic<strong>al</strong>es, pequeños círculos sindic<strong>al</strong>es, periodistasindependientes. Debemos mantener <strong>una</strong> mirada lúcida para saber apoyar a quienesmañana se encontrarán solos.VIENTO SUR Número 32/Mayo 1997 39
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