The Ruta Magazine nº7 Octubre 2015

RUMBO AL SOL DE MEDI
PERLANEGRAVIAJES.
“Ahora estoy en el Cabo Norte en la esquina misma del mundo, aquí termina el mundo y mi
curiosidad, ahora regresaré a casa”.
Con esta sencilla frase resumió sus impresiones el primer viajero que alcanzó el Cabo Norte,
con la ayuda de una mula. Fue en 1664, y su protagonista el italiano Francesco Negri (1623-
1698), un sacerdote benedictino natural de la ciudad de Ravena, quien dedicó tres años de su
vida a recorrer los países escandinavos (1663-1666), motivado por la ciencia, se interesó por
la flora y la fauna y, de forma especial, el pueblo lapón; el monarca danés Federico III no pudo
disimular su admiración y sorpresa al ver a este italiano tan lejos de su país.
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Eran las 05:30h de la mañana, cuando sonó el
despertador y su timbré hizo retumbar todos los
rincones de mi piso; yo estaba esperando ese angelical
sonido, deseando vivamente que se produjera, porque
marcaba el inicio de la aventura de nuestra vida. Ya
teníamos todo preparado sobre el sofá; por lo que se
trataba de llevarlo a la “Perlanegra”, tarea que fue
bastante laboriosa, con la siempre preocupación de
no dejarnos nada; no se trataba de representar un
artístico ballet, sino más bien la tarea de ir poniendo
las cosas en su sitio –cada cosa en su lugar y un lugar
para cada cosa-; tras un ligero desayuno, nos subimos
a la moto, arrancamos, ponemos primera y comenzaron
las mariposas a revolotear en el estómago…
Los primeros kilómetros se hicieron prácticamente
sin mirar las señales de tráfico, porque tenía en el
subconsciente un pensamiento muy concreto: alcanzar
el sueño; pero, por otra parte, no paraban de venir a la
mente preguntas tan triviales: ¿estás seguro de lo que
estás haciendo?; ¿sabes dónde te has metido?; ¿he dejado
algo en casa?; ¿nos lloverá?; ¿dónde dormiremos?...; las
respuestas también eran inciertas.
Pero, a pesar de todo el revoloteo de las mariposas
internas, mi muñeca no dejaba de acelerar, y como un
niño con zapatillas nuevas, mirábamos el horizonte;
el sol todavía no había asomado, aunque las primeras
luces del alba aseguraban un inicio de viaje fascinante.
Fue en aquellos momentos, cuando
todos los recuerdos de las notas del viaje
comenzaban a irrumpir en la mente.