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The Ruta Magazine nº7 Octubre 2015

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abandonarlo, aunque en Suecia comprobamos que eran muy tímidos, y no suelen dejarse ver con<br />

facilidad. No tardamos en llegar al camping de Jönköping, y en recepción nos facilitaron las llaves<br />

de un precioso bungalow; al llegar, coincidimos en manifestar que se trataba del mejor alojamiento<br />

que, hasta el momento, habíamos tenido en este singular viaje.<br />

Todo el mundo desbordaba simpatía; aunque el sueco es difícil de entender, en inglés nos defendimos<br />

bien.En aquel paraíso en la tierra estuvimos una jornada entera; teníamos que reponer<br />

fuerzas, por lo realizado y, sobre todo, por cuanto nos faltaba por hacer aún.<br />

El simple hecho de desmontar y montar las maletas, se hacía ya una tarea mecánica, sin pensar.<br />

A las 10 horas del otro día, volvimos a subir en la Perla, y su motor rugir, para cubrir el siguiente<br />

trayecto, con muchos kilómetros por delante.<br />

Suecia ofrece una naturaleza limpia, de frondosos bosques, elevadas llanuras, lagos como espejos<br />

de cristal, grandes coches americanos, señales de renos. A medida que avanzábamos sobre el<br />

asfalto, nos pensábamos cómo debería de ser este país en pleno invierno, con un abrigo blanco<br />

cubriendo los campos; la lluvia no tardó en volver a saludarnos. Y la duda surgió en nosotros, si<br />

deberíamos de parar para sacar el traje de agua que llevábamos en las alforjas de las defensas, o<br />

bien se trataba de un nubarrón pasajero.<br />

Llegamos a Skellerfeâ; era tardísimo. Atravesar Suecia, de sur a norte, se nos había hecho muy<br />

largo; nos encontramos todo cerrado; en el camping que había hecho la reserva parecía que se<br />

había producido una huida; pero todo se tranquilizó al comprobar que en recepción teníamos un<br />

sobre a nuestro nombre, conteniendo las llaves del bungalow; respiramos profundamente; estábamos<br />

empapados y necesitábamos una ducha hirviendo, además de secar la ropa en el radiador.<br />

A la mañana siguiente, ya con las pilas cargadas, después de la jornada del día anterior, en la cual<br />

hicimos 1.100 kilómetros, ponemos la proa de la Perla mirando al norte, exactamente a la localidad<br />

de Rovaniemi, ya en tierras finesas, a unos 370 kilómetros de distancia.<br />

El norte de Suecia es idéntico al del sur, con espesos bosques y transparentes lagos; a pesar de las<br />

señales, seguimos sin ver renos; parece que se<br />

tratan de trolls de cuatro patas, que prefieren<br />

observarnos desde el bosque.<br />

Una sencilla señal nos avisó que estábamos<br />

pasando a Finlandia, y en suelo de Laponia nos<br />

vinimos arriba, al hacernos mucha ilusión que,<br />

en pocos días, de viaje, hayamos alcanzado una<br />

de las tierras más queridas para los pequeños<br />

de muchos lugares del mundo: la cuna de Papa<br />

Noël.

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