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Suplemento "Aquí vivía yo"

Suplemento sobre pueblos abandonados de Navarra

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6 “<strong>Aquí</strong> <strong>vivía</strong> yo” | 25 de noviembre de 2015<br />

El alma de<br />

Izagaondoa<br />

Desiderio Martínez fue uno de los últimos habitantes<br />

que nació en Beroiz, pueblo que actualmente está<br />

deshabitado. Vivió allí 26 años, hasta 1956<br />

Escrito por<br />

BLanca lara<br />

MIGUEL DE RIBOT<br />

T<br />

disfruté más aún”.<br />

rabajé mucho a lo largo<br />

de mi vida, pero<br />

Desiderio Martínez<br />

Orradre, de 85 años,<br />

es una de las últimas<br />

personas nacidas en<br />

Beroiz. El municipio es un pueblo<br />

fantasma del que solo quedan las<br />

ruinas que reflejan el paso de los<br />

años y que, a pesar de estar muertas<br />

por fuera, rezuman energía<br />

de muros para adentro. Desde el<br />

sofá de su casa de Pamplona, echa<br />

la vista atrás y cuenta la historia<br />

del lugar en el que pasó una gran<br />

parte de su vida.<br />

Beroiz es uno de esos pueblos<br />

por los que ahora nunca pasa nadie.<br />

Pero hace medio siglo era un<br />

lugar en el que siempre había movimiento<br />

y todo el que se acercaba<br />

hasta él, era bien recibido, desde<br />

los guardias hasta los mendigos.<br />

Hoy, cincuenta años después de<br />

que se fuese su último habitante,<br />

las paredes de las casas se caen<br />

y solo quedan las ruinas del<br />

que fue durante décadas el<br />

alma del Valle de Izagaondoa.<br />

Ahora se puede llegar por carretera,<br />

pero hace ochenta años<br />

eso era impensable. Todos los<br />

acontecimientos importantes<br />

llegaban al pueblo a través de las<br />

cabalgaduras. Cuando se produjo<br />

el levantamiento militar en 1936,<br />

la noticia se conoció a través de<br />

una caballería que iba de pueblo<br />

en pueblo por todo el Valle anunciando<br />

el comienzo de la Guerra<br />

Civil. Cuando el bando nacional<br />

se hacía con una ciudad, las campanas<br />

de todos los pueblos repicaban,<br />

una ceremonia que se repitió<br />

durante los tres años que duró la<br />

contienda.<br />

Por aquella época, Desiderio,<br />

con siete años, se preparaba para<br />

recibir la Primera Comunión. Era<br />

tradición que los niños se hicieran<br />

las fotos para recordar aquel día<br />

en Pamplona, así que él y su padre<br />

se trasladaron hasta la capital<br />

foral. Pero cuando estaban yendo<br />

hacia la tienda, comenzó un bombardeo<br />

y tuvieron que correr hacia<br />

el Paseo de Sarasate, donde se<br />

encontraba un refugio. Todo quedó<br />

en un mal rato para el padre.<br />

Pero para el pequeño Desiderio<br />

fue una gran historia que contaría<br />

el lunes en la escuela a todos<br />

los niños.<br />

Para la familia Martínez estas<br />

dosis de información no eran<br />

suficientes. Cada mañana recibían<br />

el diario del día y el padre<br />

de Desiderio, Javier Martínez, lo<br />

Para mi padre fue mucho<br />

tiempo sin saber nada<br />

de lo que ocurría más<br />

allá del Valle, así que en<br />

cuanto la nieve se derritió,<br />

cogió el primer autobús<br />

que llegó a Beroiz y se<br />

fue a Pamplona, donde<br />

compró la primera radio<br />

DESIDERIO MARTÍNEZ<br />

UNO DE LOS ÚLTIMOS HABITANTES DE BEROIZ<br />

leía para mantenerse conectado<br />

con la actualidad. La gran nevada<br />

de 1945, que comenzó a finales<br />

de diciembre y no terminó hasta<br />

principios de febrero, dejó incomunicado<br />

durante casi dos meses<br />

al pueblo. “Para mi padre fue<br />

mucho tiempo sin saber nada de<br />

lo que ocurría más allá del Valle,<br />

así que en cuanto la nieve se derritió,<br />

cogió el primer autobús que<br />

llegó a Beroiz y se fue a Pamplona,<br />

donde compró la primera radio de<br />

todo Izagaondoa para que nunca<br />

más volviese a pasar lo ocurrido”,<br />

cuenta Desiderio.<br />

Medio siglo juntos<br />

Bailador, dicharachero y músico.<br />

Así define Gloria Eslava, de 81<br />

años, a su marido Desiderio, un<br />

navarro que ya apuntaba maneras<br />

desde pequeño. Ya no es aquel<br />

niño que todas las mañanas iba<br />

desde Beroiz hasta Ardanaz, el<br />

pueblo vecino, para ir a la escuela.<br />

Los años han pasado por él, pero<br />

recuerda como si fuera ayer ese<br />

trayecto que hacían él y sus hermanos<br />

de lunes a viernes. “Cuando<br />

por la mañana íbamos al colegio,<br />

nos montábamos en el ‘coche’,<br />

es decir, en la burra. Cuando se<br />

enfadaba o se cansaba de nosotros,<br />

bajaba la cabeza y nos dejaba<br />

caer al suelo uno por uno”.<br />

A la escuela de Ardanaz iban<br />

niños de los pueblos de Beroiz y de<br />

Iriso. Un solo maestro se encargaba<br />

de enseñar todas las lecciones<br />

básicas a decenas de alumnos que<br />

aprovechaban cualquier momento<br />

para tirarse piedras o jugar a<br />

bandidos. “Teníamos una enciclopedia<br />

en la que había de todo,<br />

desde geometría hasta historia”,<br />

recuerda Desiderio. Tan solo había<br />

un aula con unas largas mesas<br />

para los párvulos y pupitres para

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