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aproximada, respectivamente, al mero sueño fisiológico (: ypnos) y al ensueño<br />
fenoménico del que durmiendo sueña cosas (: ónar). Del primero deriva la palabra de<br />
uso habitualmente técnico y médico “hipnosis”, y del segundo el vocablo “<strong>onírico</strong>”.<br />
Ni que decir tiene que nosotros aquí nos vamos a referir al sueño que es centro de<br />
atención de todo lo <strong>onírico</strong>, al que se correspondería con el to dream inglés, y no con<br />
el sommeil francés. Nos trataremos de asomar un poco al mundo de los fenómenos<br />
<strong>onírico</strong>s y, dentro de él, a ese vasto universo que es la mente humana cuando,<br />
abandonando el mundo de las formas sensibles y concretas propio del estado de<br />
vigilia, viaja por esos misteriosos mundos, a veces insólitos, a veces llenos de terrores<br />
o de increíbles sorpresas, que suele surgir de una “fuente” de creatividad casi<br />
infinita, aún por descubrirse más enteramente, que está en nuestro propio cerebro y<br />
que está, -¡o no lo está!- controlada por nuestra mente.<br />
Cuando se centra uno en el dominio de este mundo, y se pone en práctica lo que se<br />
conoce por “Sueño Lúcido”, existe tal control mental de esos mundos, en buena<br />
medida; y cuando nos dejamos llevar, sin más hacer nada, por nuestros estados<br />
<strong>onírico</strong>s según nos vengan y los recordemos más o menos, no tenemos control de esa<br />
tan importante faceta de nuestro ser, de nuestra vida en su día a día (mejor: en su<br />
noche tras noche), y de la misma formación de nuestra personalidad psicológica.<br />
Para uso de cualquier lector interesado en este tema, dejamos aquí este link, que<br />
puede bajarse gratis de la Red, y cuyos autores son Lynne Levitan y Stephen<br />
LaBerge. Sobre este particular no voy a insistir más, pero sí diré que los logros que se<br />
pueden alcanzar con la práctica de los sueños lúcidos son inimaginables. Citaré tan<br />
sólo el caso de dos alumnas mías, Silvia y Remedios, que se decidieron a practicar lo<br />
que se llama simplemente “control de los propios sueños”, y durante meses, y a<br />
voluntad, consiguieron soñar, noche tras noche, aquellas cosas que ellas deseaban, y<br />
soñarlas conjuntamente (: ambas tenían cada noche el mismo sueño, aun cuando cada