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Excodra X: Lo onírico

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escuchaba en la habitación fumando compulsivamente, encerrado, sin nada que hacer,<br />

nunca.<br />

Pero este festín de techno y primeras partys postpachangueras en el Apolo evolucionó<br />

pronto hacia otro estadio, mezcla de porros y vodkas a lo random, hasta que llegué a<br />

un esquizo y bizarro momento en el que apenas recordaba dónde estaba, qué hacía<br />

tumbado en la estación de metro de Paral·lel, y cuál era el plan; el estadio en el que<br />

ya es demasiado tarde para terminar la partida. Y luego está el día del no retorno, de<br />

tomar conciencia de que nunca más podrás regresar con tu equipaje habitual tras estos<br />

viajes y, much worse, de que no podrás dejarlos de hacer, ni que sea arrastrando<br />

tus encías por cada filtro que te cruces hasta la tarima. Pero ya es demasiado tarde<br />

para cuando hueles, o esnifas, la movida.<br />

Mis padres se habían marchado de fin de semana. Todavía vivía con ellos, a ratos.<br />

Hacía poco tiempo que escuchaba techno; rollo duro, Jeff Mills y Christian Smith,<br />

Sven Väth. Me recuerdo a mí mismo pisando vasos de tubo de cristal en el piso de<br />

arriba del Apolo, cortándome el tobillo sin especial preocupación. Viaje en moto haciendo<br />

eses por la ciudad. <strong>Lo</strong>s efectos de la clencha de M, de puto M, la primera clencha<br />

de mí vida, que me habían dado unos tíos de Hospitalet a cambio de dos canutos,<br />

me estaban bukkakeando las neuronas. Escuchaba un raro retumbar en los oídos,<br />

como si Richie Hawtin hubiese metido la voz de una vieja en su Ableton, luego un rejuvenecedor<br />

filtro de voz de yonqui jovencilla en loop y un estucado final con los bajos<br />

de su LP Orange. Me quedé dormido en la entrada de casa, apoyado a la puerta,<br />

cerrada sin llave. Cuando me di cuenta de que había vomitado en el suelo, y tenía la<br />

camiseta hecha mierda, pero que estaba por primera vez en un subidón chungo, de los<br />

que se te escapa de las manos, en vez de sentir vértigo me fui a por más hachís en un<br />

cajón del cuarto y me lié un canuto, forzando la afonía y amplificando el maldito<br />

techno estridente que petaba mi cabeza. Cuando volví a abrir los ojos, ya entrado mediodía,<br />

estaba tumbado en la cama, podrido, con The Bells de Jeff Mills sonando, en-

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