II ORAR EN CUARESMA

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Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó y le preguntó: Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado? Ella contestó: Ninguno, Señor. Jesús dijo: Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más. (Juan 8, 1-11) Ora —Le traen una mujer sorprendida en adulterio. ¡Cuántas miserables y destrozadas criaturas han venido, por buena suerte, a parar a tus pies, Maestro! Quizá temblando, como aquella pobre mujer, y no sabían que era ésa su liberación y su elevación. Tú has venido, Señor, a buscar a los pródigos y a los perdidos. ¡Y has encontrado a tantos! Enséñame a llevarte los que yo encuentre en mi camino y enséñame a salir a sus caminos para buscarlos y traerlos a Ti. Es para suprema felicidad de ellos y para alegría de tu corazón. ¡Cómo venciste y confundiste la malicia de los fariseos! Ablanda mi corazón ante las desgracias del alma pecadora, para que yo no desprecie nunca, ni me irrite con los que caen. Yo he caído también, Señor, y me atrajiste a Ti. 174
— El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra. Yo tampoco puedo, Maestro, acusar a mi hermano; no puedo condenar a nadie, aunque su pecado sea evidente y no tenga disculpa. No puedo, con mi conciencia cargada y con mis manos sucias, tirar piedra ninguna. Harto tengo con huir de las piedras que otros puedan tirar justamente contra mí o con someterme a ellas con humildad y en silencio. Es verdad, Señor, que yo puedo ser acusado y que, por lo mismo, yo no puedo acusar. Jesús, que yo me mire tanto a mí mismo, a mis pecados y negligencias, que no tenga tiempo, ni ánimo para mirar los de otros. Que yo tenga compasión de los demás, cuando tanto necesito que la tengan de mí. Enséñame, Maestro, esta sabiduría del silencio para no acusar y para soportar. Tú salvaste a la pobre mujer, cuando la acusaban con verdad y no te defendiste a Ti mismo cuando te acusaban en falso. Me enseñas a no acusar y a soportar. ¡A perdonar! —Tampoco yo te condeno. Tú no la condenas, porque has cargado sobre Ti sus culpas y las mías. No la condenas, porque por ella y por mí te ofreces como única víctima al Padre. 175
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Dios, fruto de los momentos anterio
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esurrección" (cf. Ap 20, 5; Rm 6,
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descubriendo de este modo la verdad
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acciones no tuvieran valor de por s
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yo pueda hablar desde mi interior,
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Dame una inteligencia humilde y un
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¡Cuántos a lo largo de los siglos
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PRIMERA SEMANA DE CUARESMA El comba
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No es en el desierto, ni en la ciud
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Tú haces dura penitencia por nuest
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¡Como si tu palabra y tu voluntad
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Haz que yo sienta en mi misma carne
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Padre de todos, que no te olvides d
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Miércoles I de Cuaresma Invoca al
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Señor, dime quién eres; dime que
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En los ciclos B y C se lee el mismo
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Cuando por obedecerte, aparece en l
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Martes II de Cuaresma Invoca al Es
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Muchos pequeño no entienden el len
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Entonces se le acercó la madre de
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Esa es precisamente la misión de t
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males: por eso encuentra aquí cons
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pensar que es breve y que Tú, Dios
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Y Jesús les dice: -«¿No habéis
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Recapacitando entonces, se dijo: "C
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quieras disponer de mí. Que esto s
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Señor inmenso y Padre bueno, que m
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no advirtió que la llamaba tu amor
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Sus discípulos se acordaron de lo
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instante. Pero convenía que pasara
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Dios mío, dame ojos de fe para ace
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es tuyo, porque Tú eres la fuente
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Tú pides que brote del corazón el
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— Pero quien los cumpla y enseñe
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—El que no está conmigo, está c
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mandamiento es también el mandamie
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Donde está la caridad, allí está
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Haz que su cruz me enamore, y que e
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ÍNDICE PRESENTACIÓN .............
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