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que me encuentre solo y pobre y triste y tenga que<br />
acudir a Ti hasta por pura necesidad.<br />
Eres bueno, Señor, cuando remueves hasta mi<br />
elemental egoísmo para que tenga que echarme en<br />
tus brazos de Padre.<br />
—Me pondré en camino adonde está mi padre.<br />
Tus palabras, Maestro, han quedado enterradas<br />
como semilla de bendición en innumerables<br />
corazones. Cuando más grande era su desgracia,<br />
más cerca estaba su salvación.<br />
De la sima desesperada de su abandono, cuando<br />
el desengaño y el hastío lo ahogaban, el corazón se<br />
decidió a volver a Ti, oh Padre.<br />
¡Que sea bendita tu misericordia, cuando haces<br />
que no encontremos paternidad acogedora, ni amor<br />
fuera de Ti!<br />
Mi petulancia creyó que nada me faltaría, que yo<br />
sabría valerme en las peripecias de la vida y que los<br />
amigos reaccionarían, en caso necesario, con<br />
simpatía y benevolencia. Y he tropezado por todas<br />
partes con el egoísmo; con el mismo egoísmo, que<br />
yo tuve, cuando me aparté neciamente de Ti.<br />
Gracias, Señor, porque he encontrado cerradas<br />
todas las puertas y se ha pulverizado mi soberbia.<br />
Aquí estoy, Padre, con la frente hundida y el rostro<br />
cubierto de vergüenza. A Ti vengo, de quien nunca<br />
debí apartarme.<br />
He hecho mi jornada ásperamente y a mis<br />
miembros cansados sólo los sostenía esta esperanza.<br />
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