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y, sin embargo, siguen ciegos. Y no saben resolver<br />
los problemas que más importan. Que no me falte<br />
nunca tu luz interior. Tú la concedes en la oración<br />
humildísima y no en los muchos libros y en la vana<br />
curiosidad.<br />
¡Oh Maestro, oh Luz! ¡Qué bienaventurado es el<br />
que te conoce y te sigue!<br />
—El que me sigue, no camina en tinieblas.<br />
¿Y quién es, buen Maestro, el que camina en<br />
tinieblas? El paralítico no puede moverse, aunque<br />
esté inundado de luz y conozca todos los caminos.<br />
El que se mueve de acá para allá en todas<br />
direcciones, si no sabe dónde ha de ir o no sabe<br />
cuáles son y dónde están los caminos, es como si<br />
marchara entre tinieblas.<br />
Y eso dices Tú que le sucede al que no te<br />
escucha a Ti y no aplica a su propia vida tus<br />
enseñanzas y tus ejemplos. Ese no sabe el fin de su<br />
vida en este mundo o no sabe cómo tiene que<br />
conseguirlo. Camina en tinieblas. Porque nada de<br />
eso nos enseñan las luces de la sabiduría humana.<br />
Pero Tú enseñas al alma ignorante y humilde una<br />
celestial prudencia, de manera que ve con mucha<br />
claridad lo que está oculto a los sabios de este<br />
mundo.<br />
Ve el camino y se goza en la seguridad que Tú le<br />
comunicas y no pierde el tiempo en angustiosas<br />
investigaciones, que de nada sirven si no iluminas<br />
Tú.<br />
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