Revista Yoga + Edición 73

Monje Daniel Calmanowitz*
Paz interior para la
Paz Mundial
De origen brasileño, de palabras simples y pensamientos profundos que, a través de la
fundación que preside, promueve la cultura de la paz interior para llegar al objetivo de
la Paz Mundial.
La felicidad
Todos los seres comparten ese deseo de felicidad, de no querer
sufrir y cada uno actúa bajo la creencia que aquello que
realiza le va a aportar felicidad, independientemente de si se
es budista o no. El problema es que uno no sabe bien cómo
ser feliz y generalmente, termina haciendo cosas que generan
sufrimiento.
Es necesario entender previamente qué se entiende por felicidad,
de dónde proviene y qué cosas no la traen consigo.
Estamos distraídos tratando de llenar el tiempo con cuestiones
insignificantes que nuestro ego considera importantes,
lo que nos impulsa a realizar acciones no virtuosas generando
más karma negativo y esto trae como resultado el sufrimiento,
y no la felicidad. Es importante que las personas
tengan conciencia de lo que es vivir de una manera verdadera,
sin engañarse a sí mismas y que internalicen que sus
acciones generan resultados. La felicidad viene como resultado
de acciones positivas y el sufrimiento es consecuencia
de acciones no virtuosas.
En lo personal, felicidad significa estar satisfecho. Para ello,
intento cultivar la satisfacción y el contentamiento en todos
los aspectos de mi vida, así como poner dedicación en
las prácticas, con las personas del dharma y en general, así
como con los alumnos a quienes les brindo clases de educación
de paz y de aprendizaje socio emocional. Esto me
genera una profunda satisfacción.
Las enseñanzas de Buda que datan de 2500 años atrás resultan
ser lo más moderno y actual para cambiar verdaderamente
la mente y cultivar la felicidad.
Cultura de Paz
Buda era un ser totalmente relajado en su máximo potencial,
pero para nosotros es muy difícil imaginar ese estado
porque sólo un ser iluminado puede vivenciarlo.
El problema es que no nos enseñan esto en nuestra cultura
occidental, entonces terminamos viviendo en una cultura
de violencia con uno mismo y con el entorno, hablando,
pensando y escuchando en forma violenta, arrogante y agre-
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