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Gráfico 4.2: Tasa Bruta de Matrícula en Educación Superior, Años 2000 y 2013.
Nota: Se considera el porcentaje de la población de entre 18 y 24 años que se matriculó alguna vez en educación superior.
Fuente: Avitabile (2017)
De acuerdo al análisis realizado por Avitabile (2017) uno de los principales factores explicativos de
estas cifras correspondería al aumento de las tasas de egreso de enseñanza media en la región, lo que se
traduce en una mayor cantidad de jóvenes en condiciones de matricularse en instituciones de educación
superior.
A pesar de estos avances a nivel general, algunos países –sobre todo de América Central– han visto
limitadas sus posibilidades de ampliar en mayor medida la cobertura debido a las características de sus
economías y a las serias carencias que enfrentan los sectores más vulnerables de la población (Rambla,
Saldanha-Pereira, & Espluga, 2013).
Ahora bien, varios países de la región –entre los cuales se encuentra Chile– han entrado en una
etapa de universalización de la educación superior, es decir, cuentan con una tasa bruta de participación en
este tramo educacional mayor al 50% (Brunner & Miranda, 2016; Brunner & Pedraja-Rejas, 2017). Clave en
la absorción de esta demanda ha sido la expansión proporcional de la oferta (Ferreyra, 2017). Entre 2000 y
2013 prácticamente se duplicó el número de programas impartidos por las instituciones de educación
superior de América Latina, subiendo de 9.103 a 13.844 (Avitabile, 2017).
Al realizar análisis comparativos con países de Europa, Asia y América que se encuentran en fase de
universalización de la educación superior, se evidencia que los avances en esta materia no se correlacionan
significativamente. Es decir, la inversión pública en educación superior no se relaciona directamente con el
incremento en el porcentaje de jóvenes matriculados en educación superior. En este plano Chile se
encuentra entre aquellos países en que el crecimiento de la matrícula ha sido, proporcionalmente,
marcadamente mayor a la inversión pública en educación terciaria (Brunner & Miranda, 2016).
Por otra parte, considerando la proporción de aumento en el ingreso per cápita, el país presenta un
nivel de avance en tasas de ingreso a la educación superior que ha sido mucho más acelerado que el
realizado en Países como Francia, Noruega o Suecia en sus períodos de expansión de educación superior
(Avitabile, 2017).
Otra de las particularidades del caso chileno es que la expansión de la cobertura se debe en gran
medida a la inclusión de los sectores socioeconómicos más rezagados. Tal como se aprecia en el Gráfico 4.3,
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