_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal
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trabajar, investigar, fol<strong>la</strong>r, eructar, desencadenar una guerra, ser racional y<br />
manejar maquinaria pesada como él. Por tanto, debería tener los mismos<br />
derechos y privi<strong>le</strong>gios que él. No obstante, si deja de ser «como él», ya no<br />
puede seguir exigiendo esa igualdad.<br />
«No hay discriminación si se trata de <strong>la</strong> misma manera a <strong>la</strong>s mujeres<br />
embarazadas que a los hombres embarazados», dictaminó en 1974 el<br />
Tribunal Supremo de Estados Unidos, en el famoso caso Geduldig contra<br />
Aiello.[2]<br />
Durante el juicio se p<strong>la</strong>nteó si una compañía de seguros podía excluir de su<br />
cobertura a <strong>la</strong>s mujeres que quedaran embarazadas. El tribunal decidió que sí,<br />
ya que <strong>la</strong> póliza en cuestión no hab<strong>la</strong>ba de excluir a <strong>la</strong>s mujeres, sino de<br />
excluir «a toda persona embarazada». No pareció importar demasiado el<br />
hecho de que esas personas por fuerza siempre fueran mujeres.<br />
La mujer solo consigue ganarse el derecho a formar parte de <strong>la</strong>s élites<br />
económicas y políticas si deja fuera su cuerpo. La idea de que <strong>la</strong> mujer es<br />
igual de buena porque es «como un hombre» implica una libertad<br />
condicional.<br />
Más restrictiva aún es <strong>la</strong> idea de que <strong>la</strong> mujer es igual de buena si<br />
«comp<strong>le</strong>menta al hombre».<br />
La feminidad se hal<strong>la</strong>, en este caso, construida de nuevo como una variante<br />
de <strong>la</strong> masculinidad. La mujer no necesita ser como él; pero tiene <strong>la</strong> obligación<br />
de ser <strong>la</strong> amab<strong>le</strong> esposa que debe contrarrestar con su universo interior <strong>la</strong><br />
dureza y <strong>la</strong>s cargas de <strong>la</strong> vida competitiva en el exterior. Todos los aspectos<br />
de <strong>la</strong> natura<strong>le</strong>za humana que el hombre no ha sido capaz de to<strong>le</strong>rar dentro de<br />
sí mismo son los que quiere experimentar en esa variante que es <strong>la</strong> mujer. La<br />
sociedad ha impuesto a <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong> obligación de ser todo lo que el hombre<br />
no puede permitirse ser: dulce, vulnerab<strong>le</strong>, física, emocional, natural; ese otro<br />
<strong>la</strong>do místico y oscuro de <strong>la</strong> luna. El<strong>la</strong> ha de encarnar el cuerpo, <strong>la</strong>s