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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

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él. Cuando se <strong>le</strong> preguntó por esa e<strong>le</strong>vada concentración, «estadísticamente<br />

improbab<strong>le</strong>», afirmó que se trataba de «<strong>la</strong> confluencia de algunos factores<br />

cultura<strong>le</strong>s que no podía precisar: una presión externa sobre toda <strong>la</strong> sociedad<br />

de esa zona de Europa central, unos individuos presa de una sensación<br />

inconsciente de gran inseguridad y <strong>la</strong> necesidad de crear algo inusual o, de lo<br />

contrario, enfrentarse a <strong>la</strong> extinción».[2] Esa primavera se encargó de<br />

supervisar los cálculos para el comité: «La magnitud de <strong>la</strong> explosión, los<br />

daños esperados y <strong>la</strong> distancia a <strong>la</strong> que <strong>la</strong> bomba podría resultar <strong>le</strong>tal».[3]<br />

La primera e<strong>le</strong>cción recayó en Kioto. Pero el secretario de Guerra, Henry<br />

Stimson, se opuso; <strong>la</strong> importancia cultural e histórica de <strong>la</strong> ciudad <strong>la</strong><br />

convertía en un objetivo «demasiado civil». En su lugar, <strong>la</strong> bomba fue<br />

<strong>la</strong>nzada, desde seiscientos metros de altitud, sobre Hiroshima a <strong>la</strong>s 8.10, hora<br />

local; <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maron Litt<strong>le</strong> Boy («niño pequeño»). La temperatura de cinco mil<br />

grados derritió <strong>la</strong>s casas, el viento destrozó puentes y derribó edificios. Mi<strong>le</strong>s<br />

de personas en l<strong>la</strong>mas, con <strong>la</strong> piel desgarrada a tiras, se arrojaron gritando al<br />

río Ota, donde se ahogaron en pi<strong>la</strong>s de cadáveres irreconocib<strong>le</strong>s. Y luego vino<br />

<strong>la</strong> lluvia radiactiva. Los que sobrevivieron al fuego murieron a causa de el<strong>la</strong>.<br />

En los siguientes meses, <strong>la</strong> muerte se extendió en círculos cada vez más<br />

amplios. Como manchas en <strong>la</strong> piel creciendo a toda velocidad.<br />

Unos días más tarde, se <strong>la</strong>nzó una segunda bomba sobre Nagasaki.<br />

La Segunda Guerra Mundial terminó y el mundo entró en <strong>la</strong> Guerra Fría. La<br />

teoría de juegos de John von Neumann fue absorbida por el espíritu de <strong>la</strong><br />

época. O acaso fue al revés. La historia <strong>le</strong> venía como anillo al dedo al clima<br />

político de entonces. El hombre económico se puso <strong>la</strong> gabardina de espía y se<br />

coló en el enfrentamiento entre el bloque occidental y el bloque del Este. La<br />

vida o <strong>la</strong> muerte del p<strong>la</strong>neta parecía depender del siguiente movimiento de<br />

ajedrez entre Estados Unidos y <strong>la</strong> Unión Soviética. Todo esto era antes de

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