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_Quien le hacia la cena a Adam - Katrine Marcal

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hermanos, ordeñar <strong>la</strong> vaca de <strong>la</strong> familia, coser<strong>le</strong>s <strong>la</strong> ropa o cuidar de <strong>Adam</strong><br />

Smith para que él pueda escribir La riqueza de <strong>la</strong>s naciones; nada de esto se<br />

considera «trabajo productivo» en los modelos económicos estándar.<br />

Fuera del alcance de <strong>la</strong> mano invisib<strong>le</strong> se encuentra el sexo invisib<strong>le</strong>.<br />

La escritora y feminista francesa Simone de Beauvoir describió a <strong>la</strong> mujer<br />

como «el segundo sexo».[15] Es el hombre quien va primero. Es el hombre el<br />

que cuenta. El hombre define el mundo y <strong>la</strong> mujer es «lo otro», todo lo que él<br />

no es, pero de lo que él depende para poder ser lo que es.<br />

Para poder ser el que cuenta.<br />

Así como hay un «segundo sexo» hay una «segunda economía». El trabajo<br />

que tradicionalmente han hecho los hombres es el que cuenta, el que define el<br />

panorama económico mundial. El trabajo de <strong>la</strong> mujer es el que va en segundo<br />

lugar, «lo otro»: todas <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores que él no desempeña pero de <strong>la</strong>s que, al<br />

mismo tiempo, depende para poder realizar sus propias tareas.<br />

Para poder hacer el trabajo que cuenta.<br />

<strong>Adam</strong> Smith logró responder <strong>la</strong> pregunta fundamental de <strong>la</strong> economía solo<br />

a medias. Si tenía asegurada <strong>la</strong> comida no era solo porque los comerciantes<br />

sirvieran a sus intereses propios por medio del comercio. <strong>Adam</strong> Smith <strong>la</strong><br />

tenía también asegurada porque su madre se encargaba de ponérse<strong>la</strong> en <strong>la</strong><br />

mesa todos los días.<br />

Hoy en día se seña<strong>la</strong> a veces que <strong>la</strong> economía no solo se cimienta sobre<br />

una «mano invisib<strong>le</strong>», sino también sobre un «corazón invisib<strong>le</strong>».[16] Es<br />

quizá una visión demasiado idealizada de los deberes que <strong>la</strong> sociedad ha<br />

asignado históricamente a <strong>la</strong>s mujeres. No sabemos por qué <strong>la</strong> madre de<br />

<strong>Adam</strong> Smith cuidó de su hijo.<br />

Solo sabemos que, efectivamente, cuidó de él.

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