Revista Central

llanuras, las dunas costeras y los
cordones conchales constituyen una
variedad de ecosistemas que
conviven brindando al visitante una
visión rica en variedad natural.
La Provincia de Buenos Aires la ha
declarado a través de la Ley 12270
Reserva Natural Provincial y Refugio
de Vida Silvestre en 1999. La naturaleza
nos ha brindado este lugar.
Todo este bagaje y riqueza ambiental
debe corresponderse con una
actitud a su altura por parte de la
sociedad y sus autoridades.
¿Hemos estado a la altura hasta
ahora? Increíblemente hasta hace
poco más de una década la Fuerza
Aérea hacía prácticas de tiro dentro
de este ecosistema. Era común
observar aviones y bombas acertando
al blanco con las consiguientes
explosiones. Vecinos y organizaciones
de la zona lucharon mucho
tiempo para que esto dejara de ser
un campo de batalla de entrenamiento.
Desde 1968 el Centro de Experimentación
y Lanzamiento de
proyectiles Autopropulsados CELPA
desarrollaba sus prácticas en la
Reserva Natural Militar Campo Mar
Chiquita.
Hubo mucho recorrido judicial, con
idas y vueltas, para que esto se dejara
de hacer y nalmente se logró.
Hoy ya no se realizan dichas prácticas
e inclusive en los últimos tiempos
ha tomado alguna participación
en el tema Parques Nacionales, si
bien el lugar es propiedad de nuestra
Provincia.
Sin duda, pensar en el futuro del
lugar es una obligación. No repetir
errores del pasado ni dejarlo
abandonado invocando una supuesta
preservación que todo lo congela.
En la noche se ven incendios de
campos y es difícil disfrutar de sus
alrededores por la falta de infraestructura.
Los extremos nunca fueron
buenos consejeros. No hay que
llevarse por delante el patrimonio
natural con especulación inmobiliaria,
pero tampoco es lógico no
poder intervenir con criterios de
sustentabilidad que conviertan este
valioso sitio en un ejemplo de cómo
la sociedad puede convivir armónicamente
con su entorno.
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