The Red Bulletin Julio 2019

con el control y tracción, los frenos… Pero nosotros
hacemos del VUHL una experiencia sin filtros. Traer el
manejo de un auto de competencia a uno de calle es
algo que la gente aprecia mucho, pues esta vivencia se
perdió hace tiempo... Estamos replicando la sensación,
las sonrisas que provocaban los Can-Am clásicos de
los 70, pues no se comparan con ningún auto que se
venda al día de hoy. Está en nuestro ADN, nuestro
padre (Guillermo) fue piloto de carreras en esa
época y ha aportado mucha experiencia y asesoría
al proyecto en múltiples etapas.
Antes se distinguía un auto desde el momento en
que dabas vuelta a la llave de ignición y escuchabas
el motor. ¿Quieren ese carácter único en su marca?
Exactamente, nos gusta la experiencia cruda de
manejo. En la parte estética es muy importante llamar
la atención por ser diferentes, estéticamente sencillos
de entender. La gente asocia un superauto con complejidad,
pero nosotros creemos que no es necesaria.
Para mí un Porsche 917 de los 70, un McLaren M8F
son una belleza de coches por su estética sencilla, que
expresa perfectamente la actitud y el carácter del
auto. VUHL busca actualizar esa idea en el presente,
un auto que tiene solamente lo necesario: cabina
abierta, deflector en lugar de parabrisas, no tiene
puertas, el interior enseñando el monocasco con los
remaches expuestos a la vista… es la estética que
queríamos mostrar, no taparla con paneles de piel.
CORTESÍA VUHL
Los prototipos se lucen en los detalles. Lo que toca el asfalto y lo que toca las manos
del piloto suelen tener más atención. Eso está presente en VUHL.
amistad que tenemos con Esteban Gutiérrez (quien en
ese entonces corría para Sauber en F1) logramos mostrar
a VUHL en una prueba dinámica que fue un éxito.
¿Qué diferencia hay entre esos tres vehículos y
el auto que entregaron a su primer cliente?
Del prototipo al auto de producción hubo alrededor
de 100 cambios importantes, pues ya se habla en orden
de piezas en serie, no solo de armar unas cuantas
unidades. El reto a partir de ahí ya es en la cadena de
abasto, los proveedores se vuelven extremadamente
importantes. Y los nuestros estaban por todas partes
del mundo, ya que procuramos trabajar con los mejores
para mantener la calidad óptima. Aunque hemos
establecido concesionarios en el Reino Unido y Francia,
tengo que decir que nuestro primer cliente fue, orgullosamente,
un mexicano. Y está muy contento con
su compra, de hecho ya va por su tercer VUHL.
Háblame de la experiencia de subir a un VUHL,
¿qué les hace diferentes?
Los entusiastas de los coches deportivos hallan en
nosotros algo que no ofrece un supercar en 2019.
Creemos que el acto de conducir se ha nublado un
poco con tal de que cualquiera sea rápido en la pista:
los autos poseen ciertas asistencias para que la dirección
mejore tu manejo, toman lo que tú les das, lo
analizan y lo mejoran. El tren motriz hace lo mismo
¿Hubo algún momento de desesperación,
algo que te tentara a abandonar todo?
Muchos, pero intentamos mantener la inercia, seguir
adelante, evitar la “parálisis de análisis”. El mayor
fue cuando la armadora alemana a la que compramos
todo el tren motriz decidió retirarse del proyecto
por decisión de sus directivos. Habíamos desarrollado
todo el motor con su plataforma en mente, así que
tuvimos que dar un golpe de timón y decir “todo el
desarrollo de ese motor va para atrás, busquemos
una alternativa”. Imagínate, cambiar el corazón del
auto, tras 14 meses de trabajar en él.
Y ¿cuál fue el resultado?
Fue un viraje importante en el cual dijimos “si nos estamos
viendo obligados a cambiarnos por otro tren
motriz, busquemos uno que sea mejor”. En el motor
que teníamos el block era de acero. El actual es de
aluminio, y eso restó entre ocho y 12 kilos al auto. En
caballos de fuerza pasamos de 250 a 285 con el Eco-
Boost de Ford. Fue un paso hacia adelante, una oportunidad
para nosotros, un hard reset, pero si estás
dispuesto a hacerlo, ¿por qué no hacerlo mejor con lo
que aprendiste?
¿Qué elemento clave define el espíritu de VUHL?
La ética de trabajo que aprendimos de mi padre: ser
una persona obsesiva al detalle, cuyos horarios no
tienen límite, alguien que da absolutamente todo en
términos de tiempo, esfuerzo, pasión. Lo primero que
tuvimos que mostrar fue humildad, reconocer que no
éramos expertos en nada, pero sabíamos quiénes sí lo
eran y nos aproximamos a ellos. No perder la euforia,
la ingenuidad incluso, en ningún momento.
THE RED BULLETIN 65