REVISTA MUNDO PLURAL MAYO

Cambiando de escenario, la pandemia casi no
ha frenado la silenciosa guerra que se vive en
África Occidental y el Sahel (Burkina Faso,
Malí, Mauritania, Níger y Chad) contra un terrorismo
que, desde hace tiempo, en parte por
su retroceso en Oriente Medio, busca relocalizarse
en esta suerte de “gueto estratégico”
del mundo que es África (por lo olvidada
pero también por los intereses concentrados
en recursos).
La prevención ante la pandemia fungió como
un hecho que favoreció los intereses del terrorismo
transnacional con base en África, pues
se tuvieron que suspender importantes reuniones,
particularmente, entre la Unión Europea y
el denominado “G-5” (los países del Sahel),
cuyo propósito era coordinar y reforzar la lucha
contra los insurgentes.
En relación con Libia, un país al que la intervención
multinacional occidental acabó retrocediéndolo
a la etapa anterior a Kadafy, es decir,
a un territorio dividido entre clanes del este
y del oeste que luchan entre sí con asistencia
de actores zonales y extrazonales, la situación
se mantiene bajo enfrentamientos, al punto
que la ONU solicitó una tregua para afrontar la
pandemia.
En la zona de Medio Oriente y el Golfo Pérsico
la actividad militar no solo ha disminuido muy
poco, sino que el “reanudamiento” de las fricciones
militares entre Estados Unidos e Irán
en aguas del Golfo ha reforzado aquellos sectores
del gobierno estadounidense que pretenden
mantener (e incluso aumentar) la presencia
militar en Irak (hoy asciende a 5.000 hombres)
a través de una nueva estrategia basada
en bases inexpugnables a ataques de las fuerzas
de Irán, que, a manera "de cierre" por
ahora de estas hostilidades, lanzó desde el
centro de su territorio un satélite militar (el Nur
-1) fabricado en el país.
En este contexto, el territorio de Irak, el
“Estado descoyuntado” de la región, no solo
sufre las secuelas de años de ocupación, crisis
política y drama humanitario, sino que se
ha convertido en el teatro de guerra entre Irán
y Estados Unidos; prácticamente, Irak es un
actor que califica como “estado-colapsado”.
En cuanto a Siria, tanto la guerra “entre propios”,
es decir, las fuerzas del régimen y las
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fuerzas de oposición, continúa, a ella se suma
la que llevan adelante los rivales regionales en
territorio sirio. Recientemente, por caso, respondiendo
a provocaciones en la frontera, Israel
lanzó un misil sobre posiciones iraníes en
el centro del país en guerra.
En cuanto al ataque sirio-ruso al norte del país
con el fin de “limpiar” la gobernación de Iblid
de insurgentes y en el que murieron soldados
turcos, el mismo se detuvo no tanto por la
amenaza del virus sino por el acuerdo entre
Erdogan y Putin, una buena relación que tal
vez implique el factor que evita que las relaciones
entre ambos países de deteriore sensiblemente.
Según el experto Charles Wald, después del
último ataque sirio-ruso, Turquía, tras varios
episodios de “desentendimiento” con la OTAN,
estaría buscando acercarse más a la organización,
de la cual es miembro, con el fin de
que Estados Unidos se comprometa más con
sus intereses, básicamente, el establecimiento
de una zona de exclusión aérea en el norte de
Siria y el despliegue de misiles antiaéreos.
Desde la Alianza, ello se ve como una oportunidad
de “rescatar a Turquía”; desde Ankara,
esa posibilidad implicaría protección y la vez
menores restricciones para “controlar” a los
kurdos.
Finalmente, tres situaciones de cursos impredecibles:
Europa, Corea del Norte y China.
La pandemia ha concentrado los esfuerzos de
los países europeos en afrontar el vendaval
que implicó la rápida diseminación del virus en
el continente. Desde la geopolítica, la situación
relativa con la financiación de las ayudas
evidenció las diferentes Europas que conviven
en la UE. La situación nos lleva a plantear preguntas:
¿no existe cierta saturación de los países
del norte (léase principalmente Alemania)
por vivir en un eterno rescate? Por otra parte,
¿no es hora de soltar amarras con Estados
Unidos y pensar geopolítica, geoeconómica y
geoenergéticamente por sí mismos?
En cuanto a Corea del Norte, en plena pandemia
y un día antes que se cumplieran cien
años del nacimiento del fundador del régimen,
Kim Il Sung, su nieto, Kim Jong Un, ordenó el
lanzamiento de un misil crucero (180 kilómetros
de rango) en dirección al Mar de Japón.