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Confianza en sí mismo.
Persuasión e influencia.
Negociación.
Empatía.
Haz una lista de tus competencias o habilidades. Una buena forma de iniciar este “inventario” es solicitar a un amigo o familiar que te describa. Es
poco probable que te diga lo que puedes hacer; se centrará, más bien, en cómo lo haces.
El proceso del coaching comporta la búsqueda de aquellas prácticas que contribuyen a desarrollar recursos interiores que te permitan obtener los resultados
que deseas. Siempre que uno prueba cosas nuevas siente cierto temor porque aún no cuenta con el conocimiento ni la destreza apropiados. En todo caso, si
cuentas con un conjunto de competencias bien desarrolladas, puedes afrontar cualquier reto.
Si deseas averiguar algo más acerca de los recursos con los que ya cuentas en cuanto a conocimientos, destrezas y competencias para obtener resultados,
sigue estos pasos:
1. Escribe una lista de Recursos Importantes a partir de diez ejemplos de logros que hayas conseguido. Recuerda incluir ejemplos de tu vida
laboral, familiar y social.
2. Selecciona un ejemplo y analiza qué destrezas utilizaste para alcanzar ese logro. Antes de aprender a usar el ordenador, posiblemente ya
dominabas el uso del teclado. ¿Qué más aprendiste? Es probable que aprendieras a navegar por internet. ¿Qué conocimientos tenías al empezar y qué
habías aprendido al final? ¿Qué competencias, o habilidades, utilizaste en esta tarea? Enuncia todos los ejemplos que se te ocurran.
3. Haz lo mismo con los otros nueve elementos de la lista.
4. Ahora analiza cuidadosamente la gran cantidad de conocimientos, destrezas y competencias que tienes. Piensa que en este ejercicio sólo
has analizado diez logros. ¿Cómo sería la lista si la actividad los hubiera incluido todos?
5. Piensa qué quieres hacer con el conocimiento que has adquirido. Puedes considerar las habilidades que ya tienes en determinadas áreas y
transferirlas a otras diferentes. Plantéate nuevamente tus metas y analiza qué habilidades propias y únicas pueden ayudarte a alcanzarlas.
Presta atención a tus preferencias
¿Te has dado cuenta de lo fácil que es caer en una cómoda rutina cotidiana? Por ejemplo, te sientas siempre en el mismo lugar en las reuniones de equipo.
Posiblemente antes de salir de casa por las mañanas haces siempre lo mismo y sientes cierto temor cuando se altera ese orden. La vida puede ser tan caótica
que, consciente o inconscientemente, las personas prefieren seguir el mismo proceso en algunas actividades. Seguir patrones de conducta es una estrategia
efectiva para enfrentarse a situaciones en las que uno está bajo presión o ha de tomar decisiones que conducen a territorios desconocidos.
Estas “preferencias” se parecen a esa cómoda prenda de vestir que usas cuando te quedas en casa y no quieres ocuparte de coordinar la ropa que vas a
ponerte. Así como esa prenda de vestir está bien para la casa y en determinada situación, las preferencias no siempre son apropiadas en otras circunstancias.
¿Observas tu interior o miras a tu alrededor?
Los dos patrones de conducta básicos son la introspección y la extraversión. La gente extrovertida prefiere vivir hacia el exterior, piensa en voz alta y se
relaciona con los demás, mientras que la gente introvertida prefiere darle sentido a su mundo mediante la reflexión interior, independientemente de los demás.
De la misma forma que todo el mundo posee algunos elementos de diferentes competencias, ciertas personas los expresan de manera extrovertida y otras de
manera introspectiva. Tal vez tú seas más extrovertido que introspectivo. Disfrutas en las reuniones acaloradas en las que la gente expresa sus ideas, pero no
te gusta escribir. Sin embargo, parte de tu trabajo implica preparar un detallado informe financiero que te obliga a recluirte en la oficina durante un mes.
Seguramente esta parte de tu trabajo te desagrada, pues no es tu fuerte. Para mejorar los resultados en tu trabajo puedes intentar aumentar las destrezas de
introversión, aunque no sean tan sólidas como las de extraversión.
De vez en cuando conviene dejar la comodidad y ser más flexible para obtener buenos resultados en varias áreas.
Un buen ejemplo de cómo salir de esa posición de comodidad para hacer algo que no te resulta sencillo es escribir con la mano izquierda, si eres diestro, o
con la derecha, si eres zurdo. Prueba la siguiente actividad:
1. Toma un lápiz y firma. ¿Cómo te sientes? ¿Cómodo? ¿Tranquilo?
2. Firma ahora con la otra mano. ¿Qué diferencias ves? Seguramente te sientes menos cómodo y eres más consciente de lo que estás haciendo. ¿Cómo
quedó la firma? Es posible que parezca falsificada.
3. Repite el ejercicio seis veces más, cambiando de mano cada vez. Observa la diferencia. Probablemente cada vez que repites el ejercicio te
sientes un poco más cómodo y los resultados parecen mejores. Si continúas realizando esta práctica, los resultados llegarán a ser bastante buenos y
podrás escribir con ambas manos.
Cuantas más veces realices un trabajo o emplees una habilidad o rasgo de tu personalidad, más cómodo te sentirás; habrás adquirido cierta destreza en esa