08.07.2020 Views

PARTO, ALIMENTACIÓN Y NAHUATL

En este artículo se incluyen testimonios de venerables ancianas y ancianos (huehues) del pueblo originario de Tzapotitlan. Se incluyen relatos sobre la atención étnica del embarazo y el parto. Se presentan recetas de los platillos rituales de la gastronomía chinampera. Así como un glosario de la variante del náhuatl que se hablaba en el pueblo de Santiago Tzapotitlán de la Ciudad de México, todavía a la mitad del siglo pasado.

En este artículo se incluyen testimonios de venerables ancianas y ancianos (huehues) del pueblo originario de Tzapotitlan. Se incluyen relatos sobre la atención étnica del embarazo y el parto. Se presentan recetas de los platillos rituales de la gastronomía chinampera. Así como un glosario de la variante del náhuatl que se hablaba en el pueblo de Santiago Tzapotitlán de la Ciudad de México, todavía a la mitad del siglo pasado.

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

sangre. Uno no puede durar ni cuarenta días con el pellejo de placenta porque se<br />

muere. Yo andaba con escalofríos, ensarapada. ¡Qué calor! Ya estaba más para allá<br />

que para acá y no me morí. La oración del señor me mandó a sufrir, a trabajar y a<br />

seguir trabajando.<br />

El martirio de la mujer<br />

Este testimonio nos hará reflexionar: Tuve nueve hijos buenos y seis abortos, quince<br />

partos. Cuando iba a tener triates me pasé la sonda y los arrojé, dije: ‘¡Ya no me<br />

vuelvo a embarazar!’ En aquellos tiempos no teníamos baño, hacíamos así nomás en<br />

la tierra, no había ni fosa. Y ahí arrojé a la criatura, estaba brincando y agarré el palo,<br />

le piqué y que salta, estaba viva. Luego viene mi señor bien briago, me hizo amuinar;<br />

se me tapa la cosa y se me hizo la panza así, ya no arrojé nada de sangre. Al otro día<br />

me llevan para el hospital La Raza, ya tenía la barriga así... Me hicieron el legrado,<br />

que le dicen la raspa. Me sacaron el feto muerto, un niñito. Me dijeron: ‘Va a reposar,<br />

no se mueva, porque le quedó otra criatura’. Apenas sale el doctor, jodida, pero<br />

leperota... ¡Que me brinco de la cama! Ya nada más tardó en que me brinco ¡y<br />

púmbale! Vaciadas y vaciadas de sangre. Sentí un escalofrío cuando salió todo... La<br />

de la otra cama toca el timbre para que venga el doctor. ¿Qué tenía? Ya me estaba<br />

muriendo, ahí me llevan de vuelta. Me dio una infección de tres meses, cuando vine<br />

era yo una espina. Yo me escurría, estaba la sonda sucia, estuve arrojando pus. Me<br />

sacaban y me hacían las limpias y seguía la pus. Cuando ya quedé lista, me dijo el<br />

doctor: ‘Cuídese, al año la espero. Quedó usted muy bien’. Después tuve otros hijos.<br />

Cuando mueren los recién nacidos<br />

Cuando en Tzapotitlan un bebé moría al nacer, lo velaban con un festejo. La gente<br />

bailaba toda la noche, se amanecían bailando. Las alabanzas se cantaban toda la<br />

noche, ofrecían café, pan, cigarros y copitas. En el día se preparaban cazuelas de<br />

arroz, revoltijo o romeritos, frijol, rajitas de cuaresmeño con cilantro, cebolla y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!