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PARTO, ALIMENTACIÓN Y NAHUATL

En este artículo se incluyen testimonios de venerables ancianas y ancianos (huehues) del pueblo originario de Tzapotitlan. Se incluyen relatos sobre la atención étnica del embarazo y el parto. Se presentan recetas de los platillos rituales de la gastronomía chinampera. Así como un glosario de la variante del náhuatl que se hablaba en el pueblo de Santiago Tzapotitlán de la Ciudad de México, todavía a la mitad del siglo pasado.

En este artículo se incluyen testimonios de venerables ancianas y ancianos (huehues) del pueblo originario de Tzapotitlan. Se incluyen relatos sobre la atención étnica del embarazo y el parto. Se presentan recetas de los platillos rituales de la gastronomía chinampera. Así como un glosario de la variante del náhuatl que se hablaba en el pueblo de Santiago Tzapotitlán de la Ciudad de México, todavía a la mitad del siglo pasado.

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II. EMBARAZO Y <strong>PARTO</strong> TRADICIONAL EN TZAPOTITLAN Atención del<br />

embarazo entre los mexicas Como para Gibson la Cuitlahuaca estaba prácticamente<br />

incluida en el área Mexica, repasaremos las creencias y prácticas de atención del<br />

embarazo y el parto de este último grupo étnico. Quezada (1979: 711) informa que<br />

la partera azteca o temixihuitiani sabía atender la esterilidad y palpar el vientre para<br />

acomodar al feto. Administraba medicamentos durante la preñez, el parto y el<br />

puerperio, por ser “menester que la partera tenga mucha maña para no lastimar a la<br />

madre ni a la criatura” (Sahagún, 1969: 175). La partera mexica iniciada mediante<br />

una revelación ritual arreglaba y oficiaba el matrimonio cargando a la novia en la<br />

espalda para entregarla a la casa conyugal. La partera ofrecía cuidados a la<br />

embarazada para evitar un aborto o deformaciones congénitas. Su alimentación era<br />

importante, pues lo que come o bebe la madre “se incorpora en la criatura y de aquello<br />

toma la sustancia” (Sahagún, 1969: 175). A la preñada se le instruía: “os guardeís de<br />

tomar alguna cosa pesada en brazos, o de levantarla con fuerza... que no uséis el baño<br />

demasiadamente, que no trabajase mucho, ni presumiese de diligente, ni hacendosa...<br />

y que no corriese ni temiese, ni se espantase de nada porque estas cosas causan<br />

aborto” (Sahagún, 1969: 163 y 176). Quezada (1979: 712) afirma que la embarazada<br />

debía evitar ver eclipses pues su niño podría nacer con labio leporino. En caso de un<br />

temblor de tierra se rompían las vasijas para que no abortara. Las relaciones sexuales<br />

se recomendaban en los primeros meses de embarazo para fortalecer al feto, pero en<br />

los últimos meses debían evitarse para no dañarlo o dificultar el parto. Para detener<br />

el aborto se empleaban hierbas frías y astringentes como “El acecentli, el tlalmátl y<br />

el zazálic, así como las raíces de apanchaloa y la de atehuapatli” (López, 1672: f. 4<br />

r.). Daban el iztaczazalic para “aligerar el quebranto por aborto” (Farfán, 1592: f.<br />

231). Quezada (1979: 713) en su artículo comenta que el parto era considerado como<br />

una batalla, donde la mujer podía salir victoriosa o rendir su tributo a la muerte y ser<br />

deificada como los guerreros muertos en combate, por eso la temixihuitiani animaba

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