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Las tareas en las canteras eran repetitivas, metódicas y pesadas.<br />
Por la dureza de las rocas, primero se debían quebrar con dinamita.<br />
La explosión se producía dos veces al día, 15 minutos después<br />
de que los obreros se habían retirado. Estos más tarde<br />
—con herramientas que podían llegar a pesar 10 kilos— reducían<br />
la roca (de ahí que se los conociera por el nombre picapedreros)<br />
para que luego pasara al molino donde se trituraba, se fabricaran<br />
los adoquines o grandes bloques de piedra, se almacenaran<br />
y, finalmente, se cargaran en los vagones. Los vagones (se dice<br />
que llegaron a ser 100) ubicados detrás de las nueve locomotoras<br />
empezaban un trayecto sistemático: partían de las canteras,<br />
bordeaban el río San Francisco (uno de los límites de <strong>Conchillas</strong>),<br />
traspasaban el pueblo hasta finalmente desembocar en el puerto,<br />
para terminar embarcados rumbo a su destino en Buenos Aires.<br />
Se dice que la vía férrea de <strong>Conchillas</strong> tenía una extensión<br />
de 20 kilómetros.<br />
Antigua filial de Casa Evans en Pueblo Gil.<br />
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