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ANIMALES Y SOCIEDAD 5-2

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mentariedad entre los términos, pues

es una relación binaria que configura

relaciones de poder, de tal manera

que el elemento categorizado como

superior domina al otro categorizado

como inferior. A continuación, se puede

observar gráficamente algunos de

los dualismos dicotómicos, propios

de la cultura moderna occidental, que

fueron expuestos por la ecofeminista

australiana Val Plumwood (2003) y

que he ajustado a nuestro contexto:

La construcción de mundo a partir de

estos binarismos coincide con lo que

algunos y algunas llaman el mundo

moderno-colonial, dentro del cual se

configuran ciertos órdenes sociales

que legitiman las relaciones de dominación.

Así pues, se ha constituido

una racionalidad completamente antropocéntrica

caracterizada por una

visión de lo humano separado de la

naturaleza y una negación de la interdependencia

entre los humanos y los

demás procesos biológicos. En contraposición,

desde el pensamiento ecofeminista

se propone superar esta concepción

jerárquica al considerar que

los humanos somos seres tanto biológicos

como sociales, que nuestros

cuerpos son vulnerables y que somos

tanto sociodependientes como ecodependientes.

Por lo tanto, dependemos

de la naturaleza para la subsistencia y

requerimos de los cuidados a lo largo

de toda nuestra vida.

Al mismo tiempo, se apuesta por prác-

ticas que reivindiquen valores como

la empatía, la cooperación y el apoyo

mutuo en el marco de una ética-política

del cuidado. Esta última contempla

tanto el cuidado hacia sí misma/o,

como el cuidado al otro/a que puede

ser humano o no. Desde esta perspectiva,

la tierra es un organismo vivo,

así como los seres que la habitan. Por

tanto, podríamos considerar que esta

propuesta de la ética del cuidado se

extiende más allá de la especie humana

y considere el cuidado de los ríos,

bosques, montañas y animales no humanos

(Herrero, 2017).

Sin embargo, es importante aclarar

que, desde una lectura del ecofeminismo

crítico, el cuidado no es considerado

como un asunto exclusivamente

de las mujeres y de los cuerpos

feminizados, sino que se comprende

el cuidado como una responsabilidad

colectiva que debe ser asumida por el

conjunto social humano.

Ética del cuidado y veganismo

popular

Recogiendo estos aportes que se han

enunciado anteriormente, es importante

que nos posicionemos políticamente

dentro de un ecofeminismo en

el que la ética del cuidado se extienda

a las demás especies animales con las

que compartimos nuestra existencia

en el planeta tierra. Este posicionamiento

implica superar el pensamiento

antropocéntrico, propio de las lógicas

moderno/occidental/colonial, que

subordina a la naturaleza no humana

y la concibe como simple recurso disponible.

Lo que supone, por un lado,

transformar nuestra forma de relacionarnos

con los animales no humanos,

reconociendo que son seres vivos,

seres sintientes y que, por lo tanto,

merecen ser respetados y cuidados;

y, por el otro, implica reconocer que

El vínculo entre el

animal que es consumido

como “carne” y los

animales como

individuos sintientes

está fracturado, pues se

entiende que el “trozo

de carne” es un “tipo de

alimento”

los humanos también hacemos parte

de la naturaleza, que también somos

animales, que compartimos este planeta

con otros seres, y que habitamos

la tierra en compañía de otros animales

que son, como señala Alicia Puleo

(2019), nuestros “compañeros de viaje”.

En este proceso de deconstrucción

proponemos superar la jerarquía de

valores establecida por los dualismos

dicotómicos modernos que le confieren

estatus de inferioridad a todo lo

que está asociado con la naturaleza, lo

femenino y la animalidad. Transcender

estas jerarquías modernas en las que

se le otorga supremacía a la racionalidad

nos invita a considerar lo afectivo

como un componente importante dentro

de una apuesta política que posibilite

“sentipensar con la tierra”. De esta

manera, extender una ética-política del

cuidado más allá de lo humano, teniendo

en cuenta a la naturaleza en su complejidad

—y no en abstracto—, nos lleva a

reconocer a todas las especies animales,

así hayan sido domesticadas.

Asimismo, esta reflexión también nos

lleva a retomar el problema de la reducción

de los animales a “máquinas

invisibles” o “cuerpos comestibles”,

cuestionando la explotación de los animales

no humanos para el consumo.

Desafortunadamente, como lo advierte

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