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zadores. Con eso, termina siendo visto
como alcanzable solo por las personas
más dominantes en una sociedad (es
decir, cisgénero, heterosexuales, blancos,
ricos, neurodominantes, etc.).
De esta manera, el Veganismo no es
visto en el Sur Global como un movimiento
social que lucha por la justicia,
sino todo lo contrario: es visto como
una expresión de las estructuras de
poder y opresión que ya existen. El
Veganismo, y debemos reconocer esto
desde sus orígenes teóricos coloniales,
tiene una raza —que es blanca—,
un género —que es cisgénero y heterosexual—,
y una clase —que es media
y alta. Este tipo de Veganismo acaba
siendo visto, a ojos del público y de
las minorías políticas, como parte de
aquello contra lo que luchan los movimientos
sociales. Cabe destacar que
no pretendo decir que la narrativa de
los antiespecismos sea lineal y única,
siempre existieron diferentes formas
de relacionarse con quien no es humano,
pero teóricamente predominó,
debido a la colonialidad, aquello que
fue impulsado por Watson en el Reino
Unido.
Sin embargo, ante este escenario necesitamos
considerar la realidad social
de los países del Sur Global, ya que
esto nos permite entender, en parte,
por qué un Veganismo importado, de
élite y colonial no tiene sentido para
Por eso creo que uno
de esos caminos imprescindibles
es descolonizar
el Veganismo
para convertirlo en una
postura ético-política
intersectorial y popular.
la práctica del/en el Sur. Veamos el panorama
brasileño, por ejemplo. Brasil
es el país donde más personas LGBT+
son asesinadas en el mundo. Además,
según la ONU, un joven negro es asesinado
cada 23 minutos en el país;
y en 2020, al menos una mujer fue
víctima de violencia cada 4 minutos
(Fórum Brasileiro de Segurança Pública,
2020). Estamos hablando de un
lugar donde los cuerpos son blanco
constante de las políticas de muerte y
donde la violencia contra los animales
humanos es muy alta y urgente. Para
las minorías políticas, resistir se convierte
en una cuestión de supervivencia.
Entonces, hablar sobre Veganismo
y presentarlo de la manera como se
lo hace, simplemente no tiene sentido.
Este proceso debe suceder desde
el Sur para el Sur, de forma que se
manifieste como una pauta ética y
política capaz de encajar (o ser visto
como imprescindible) en las agendas
de otros movimientos sociales. Como
algo construido para animales, pero
construido por personas también
oprimidas. Y es en este proceso donde
pueden contribuir los feminismos interseccionales
y/o decoloniales.
Los feminismos del Sur Global no solo
criticaron con pertinencia los rasgos
excluyentes del feminismo hegemónico,
sino que mostraron con su existencia
la necesidad de romper con los
movimientos sociales universales y
únicos. Demostraron la necesidad de
comprender la pluralidad de identidades
y visiones de mundo para construir
una lucha comprometida e inclusiva.
Estos caminos siguen los veganismos
del Sur para el Sur. Caminos que buscan
manifestar la preocupación antiespecista
de distintas maneras, con el
objetivo de reconocer las diferencias
identitarias y políticas que no exigen
el abandono de la lucha animalista,
sino la construcción de una lucha intersectorial,
deconstructora de marcas
de clase, raza, género, sexualidades y
geolocalización.
La colonialidad, entonces, presenta
una narrativa única como capaz de
producir conocimiento. Y a través de
este proceso termina ignorando, invisibilizando,
silenciando y asesinando
epistemes/cosmovisiones de poblaciones
subalternizadas —caracterizadas
como cualquier individuo divergente
de las categorías identitarias
de quienes están produciendo conocimiento
validado por la mayoría. En el
caso del Veganismo, no hay razón para
ser diferente, por varios motivos.
En primer lugar, el Veganismo también
tiende a posicionarse como un
héroe intervencionista, buscando actuar
universalmente sobre todos los
grupos de población sin preocuparse
por las especificidades vinculadas
al género, raza, orientación sexual o
identidad de género, clase social o
geolocalización. Se dice que es un
héroe intervencionista no solo porque
el Veganismo llega como una imposición
predeterminada —y no para ser
construido—, sino también porque
muchas veces asume la mentalidad
de querer sacar a la población de las
sombras a través del conocimiento
Vegano —ven conmigo y te mostraré
la verdad.
En segundo lugar, porque el Veganismo
blanco, burgués, cis-hetero,
masculinista y clasista no dialogará
con las poblaciones subalternizadas
de la misma forma que el feminismo
europeo, blanco, burgués, hetero y
occidental no lo hace con las mujeres
subalternizadas. Y cuando el Veganismo
no dialoga con estas personas, el
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