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Sobre la autora
Mi devenir
antiespecista
feminista
Mientras escribía este
artículo en una tarde de
lluvia en CDMX, me
acompañó Benito y Tom,
los gatos compañeros
de mi vida
Lidia Guerra
Feminista antiespecista, estudiante
del Doctorado en Estudios Feministas,
UAM-X México. Cofundadora del
Observatorio contra el acoso callejero
Guatemala. Activista por les animales.
Desde hace poco más de un año me
encuentro en la Ciudad de México
estudiando el Doctorado en Estudios
Feministas, programa académico que
me ha permitido plantear una investigación
que nace de mi corazón y de la
esperanza —que aún tengo— al creer que
les humanes podemos ser mejores, valorar,
respetar y defender la vida de otres
animales. Este proceso de investigación
me ha llevado a reflexionar sobre mi
devenir antiespecista feminista. Algunas
de estas reflexiones son las que a continuación
les comparto.
Nuestras relaciones con les animales 1
son muy variadas de acuerdo con las
diferentes dimensiones de la vida: en
lo social, les animales son “mascotas” 2
y entretenimiento, usados en parques,
circos y zoológicos; en la salud y en la
1
Uso el lenguaje inclusivo para referirme a animales
machos y hembras. Hago esta separación
ya que la explotación de sus cuerpos es diferenciada
de acuerdo con su sexo. Por ejemplo, las
hembras son explotadas por su sistema reproductivo,
son utilizadas para engendrar o por
su capacidad de amamantar; mientras que los
machos de algunas especies son asesinados por
no poder reproducirse o brindar algún producto
a partir de la reproducción, algo que podemos
evidenciar con los pollos machos que nacen
en la industria de aves “ponedoras de huevos”,
quienes son triturados vivos.
2
Entrecomillo la palabra mascotas porque,
como feminista antiespecista, renuncio a este
término que implica explotación y dominación
de animales. Uso el artículo “les” para reconocer
que otres animales son explotados de manera
diferenciada de acuerdo con su sexo.
enfermedad, por un lado, les animales
tienen fines terapéuticos y son (ab)usados
en experimentaciones científicas, y,
por otro, por supuesto, son comida que
tanto la industria de la “salud” como la
alimentaria promocionan; en lo religioso,
algunes animales son prohibidos
para consumir y otres son usados en
sacrificios; en lo económico, a través de
la industria cárnica, láctea, cosmética,
farmacéutica y en la compra-venta como
mercancías. Sin embargo, es probable
que las relaciones más cercanas e íntimas
que construimos con animales no
humanos se dan en el contexto familiar.
Construir vínculos con animales que
llegan a nuestras vidas al ser comprados
en las pet-shop o de manera ilegal, porque
está prohibido su comercio, pueden
significar la construcción genuina de
relaciones de amor, ya que aprendemos
a quererles, a cuidarles y a verles como
parte de la familia; aunque con menos
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Lidia y Benito. Foografía: Archivo personal de Lidia Guerra