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dos siglos: música y músicos del merengue - Claro

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DOBLE PÁGINA<br />

ANTERIOR: GRUPO DE<br />

BAILES FOLKLÓRICOS<br />

INTERPRETA<br />

EL «PAMBICHE».<br />

ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />

372<br />

Una anciana, por ejemplo, nacida en Puerto Plata alrededor de 1850, cantaba<br />

reminiscente el siguiente estribillo:<br />

Mueve a la reflexión ante el músico observador, en primer lugar, la línea de<br />

bajo criollo latente, casi implícita en esta melodía y su perfil rítmico, lejos de<br />

evocar aquellos <strong>merengue</strong>s de los años 30 en a<strong>del</strong>ante, con su conocido y<br />

marcado acento de pasodoble o marcha militar; de estos podríamos no sin<br />

razón inferir transformaciones acaecidas durante la intervención norteamericana<br />

de 1916, en cuanto al viejo orden autóctono establecido. En este caso,<br />

la alusión a marchas militares no tiene nada que ver en relación con la mencionada<br />

intervención, así como tampoco la de pasodoble español con la <strong>música</strong><br />

de ese país, de lo cual más bien se podría deducir un cierto «acomodo»<br />

por parte de los <strong>músicos</strong> de entonces, para que los indeseables visitantes, no<br />

muy prácticos en el baile tradicional, pudieran salir a<strong>del</strong>ante en sus fiestas<br />

frente a sus parejas dominicanas.<br />

Nosotros somos incapaces de identificar el momento exacto en que se inserta<br />

a nuestra <strong>música</strong> el mencionado bajo estático en 2/4 o compás binario,<br />

con su correspondiente estilo de baile manteniendo el monótono: uno, <strong>dos</strong>,<br />

uno, <strong>dos</strong>, uno, <strong>dos</strong>, etcétera, hasta el día de hoy. Vale agregar, que la anciana<br />

en cuestión, marcaba el paso junto a su canto, describiendo los movimientos<br />

inherentes al ritmo que llevaba, con los pies realizando graciosos pasos, las<br />

manos sujetando lateralmente el largo faldón, después de bien ajustar el típico<br />

pañuelo a la cabeza, en tradicional tocado.<br />

Sobre este particular volvemos a citar a Fradique Lizardo, nuestra máxima<br />

y más reciente autoridad en este tema, quien llegó a asentir en cuanto a lo<br />

ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />

373<br />

expresado en el párrafo anterior, describiendo baile, figura y <strong>música</strong>, con exacta<br />

analogía al ejemplo citado.<br />

El canto y baile de esta mujer, no campesina, junto a otras personas de la<br />

misma estirpe sin que se advierta diferencia alguna en sus espontáneas muestras<br />

bailables, nos sugiere la existencia de una especie de antojadizo y constante<br />

manoseo en cuanto a las expresiones folclóricas nuestras, proceso que<br />

ha constituido motivo de salutación y beneplácito para algunos aducién<strong>dos</strong>e<br />

renovación constante, mientras otros, por el contrario, lamentan la extinción<br />

de lo que consideran valores culturales de la nación. El nunca bien reconocido<br />

folclorista René Carrasco llegó a escribir un volumen usando como<br />

título <strong>del</strong> mismo su repetida frase: Lo que se pierde en Santo Domingo.<br />

La presente situación sería un interesante tema de debate nacional de orden<br />

cultural, asunto siempre anhelado. Por el momento, aún sin tomar posición<br />

alguna sobre este tema, debemos expresar nuestro lamento de que todas<br />

estas variantes que se han infligido a nuestros ritmos y bailes, han sido producto<br />

de influencias foráneas, lo cual nos pone en posición de desventaja<br />

frente a otros países, en desmedro <strong>del</strong> orgullo nacional.<br />

Al entrañar tanta riqueza rítmica en sí mismo, el mal llamado «pambiche»,<br />

se manifiesta como una entidad autóctona, independiente, pudiendo<br />

haberse divulgado por cuenta, de haber sido comprendido su valor como tal<br />

por los protagonistas <strong>del</strong> indiscutible auge mundial <strong>del</strong> <strong>merengue</strong>. El tiempo<br />

se ha desperdiciado y las energías creativas se han diluido en una lucha denodada<br />

por alcanzar otras metas, si bien lucrativas, no menos culpables de acusada<br />

degradación.<br />

Hemos tratado hasta ahora sobre el aspecto rítmico de los jaleos, (o<br />

pambiches). Veamos su aspecto melódico. Se trata, quizás, de la más breve<br />

célula que en <strong>música</strong> popular pueda existir. Cuatro compases en tiempo<br />

binario bastan para construir un «pambiche», y con ello, producir un efecto<br />

de alegría capaz de incitar al baile aun al más tranquilo. Varios ejemplos<br />

sirven para ilustrar lo anterior. El primero que aflora a la memoria es A lo

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