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dos siglos: música y músicos del merengue - Claro

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ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />

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siones de cuerpo entero y con juegos de pies y piernas nos llegaron varios<br />

años más tarde en la figura de Michael Jackson.<br />

El Combo Show se convirtió en un verdadero haz de alegría popular en<br />

todo el país, desafiando las quejas y acusaciones por parte de personas quienes<br />

argumentaban que se desvirtuaba el <strong>merengue</strong>. Ante esas voces en contra,<br />

Johnny Ventura, esgrimía airoso el cetro de la aceptación popular, arma poderosa<br />

ante cualquier circunstancia.<br />

Ahora, ¿en cuáles puntos encontraban asidero estas protestas? Tratemos<br />

de buscar la respuesta. La historia nos revela el rechazo casi inminente cada<br />

vez que se trata de quebrar la línea de lo tradicional. En el caso que nos<br />

ocupa, la irrupción en escena de Johnny Ventura y su enfrentamiento a las<br />

pautas establecidas por las grandes orquestas, se efectuó en un lapso notablemente<br />

corto, sin dar margen de lenta asimilación. Dicho esto, se podría argumentar,<br />

¡cómo entonces se explica la respuesta positiva, inmediata, por parte<br />

de las grandes mayorías hacia tal novedad! No podemos menos que asignarle<br />

al hecho un carácter definitivamente fenomenológico.<br />

Por su medio llega al país el concepto de «combo», como alternativa a las<br />

tradicionales bandas, numéricamente amplias y costosas por demás; el agregado<br />

de «show», vino a completar el cuadro de atracción, por la simpática<br />

alegría que despertaba entre la siempre vasta concurrencia. Ventura, con un<br />

repertorio compuesto para su exclusividad y estilo, alternado con <strong>merengue</strong>s<br />

<strong>del</strong> conocimiento público, viajó incesantemente por todo el territorio nacional<br />

y el extranjero, arrastrando multitudes tras su <strong>música</strong> de gran contagio.<br />

Por caminos paralelos a los de Johnny Ventura, transita otro conjunto tras<br />

la conquista de aquellas multitudes enardecidas por los nuevos y provocativos<br />

ritmos. Mientras el país se recupera de las convulsiones internas acaecidas<br />

(1965), Félix <strong>del</strong> Rosario se lanza a la búsqueda <strong>del</strong> gran público al comando<br />

de una formación, compacta en su estructura y penetrante a la vez,<br />

provista de un sonido diferente, no usual. «Los Magos <strong>del</strong> Ritmo» llevaban<br />

como nombre desde su lanzamiento a la arena callejera después de agotar una<br />

ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />

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temporada de actuaciones en un céntrico lugar de la capital. El tiempo en ese<br />

sitio les resultó preciso a los «Magos» para su ajuste y consolidación, desafiando<br />

lo existente en dimensiones y sonoridad.<br />

Félix <strong>del</strong> Rosario se limita a la inclusión de 2 únicos saxofones como parte<br />

esencial de su cuadro: un tenor tocado por él mismo, y un barítono como<br />

base; esta escueta formación le resultaba suficiente para producir su <strong>música</strong>,<br />

con el apoyo <strong>del</strong> piano, el bajo y la percusión. Con este concepto minimalista<br />

y con la presencia al frente <strong>del</strong> vocalista Frank Cruz como figura central, en<br />

un corto tiempo se asimilaron los «Magos» un auditorio compuesto por fieles<br />

seguidores, adictos bailadores quienes se movilizaban con entusiasmo por todo<br />

el territorio nacional tras la tan alegre y extraña orquesta.<br />

Lo de extraña viene a cuenta, en primer lugar, por la ausencia de trompetas,<br />

elemento primordial en un conjunto <strong>merengue</strong>ro de este tipo; asimismo,<br />

no menos extraño resultaba al oyente sagaz la insólita combinación de <strong>dos</strong><br />

únicos saxofones, componentes ambos de la más grave región en la familia de<br />

esos instrumentos; mientras el barítono «roncaba» en los jaleos, el tenor los<br />

contrapunteaba, haciendo con ello más prominente el espacio vacío dejado<br />

por la esperada trompeta. Todo funcionaba según lo calculado, vale reconocer,<br />

con el respaldo de una verdadera maquinaria rítmica, comparable por su<br />

precisión metronómica a una locomotora en movimiento (siempre llevaban<br />

los Magos un buen tamborero, Francisco Frías).<br />

Justo es declarar, que, algunas de las observaciones anteriores en cuanto la<br />

ausencia de las trompetas en el «efecto Félix», no son más que meros puntos<br />

de vista personales, recogi<strong>dos</strong> de entre <strong>músicos</strong> y de orden profesional en lo<br />

más estricto. Lo cierto es que, Félix <strong>del</strong> Rosario y sus Magos, ocupan un lugar<br />

definitivo en la historia <strong>del</strong> <strong>merengue</strong> por el aporte de una apreciable discografía,<br />

aún vigente.<br />

No podemos proseguir sin antes mencionar el hecho lamentable de los<br />

grupos que han tratado de emular con soni<strong>dos</strong> sintetiza<strong>dos</strong>, la intervención<br />

<strong>del</strong> saxofón barítono iniciada por «Los Magos <strong>del</strong> Ritmo».

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