dos siglos: música y músicos del merengue - Claro
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ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />
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sión de la primera, llegando a ser tan popular como aquella, creán<strong>dos</strong>e con<br />
ello una dual y perdurable competencia.<br />
Entre estas apariciones, no pasemos por alto los <strong>merengue</strong>s <strong>del</strong> conjunto<br />
denominado, «Los Paymasí», ya legendarios, quienes son poseedores de un<br />
estilo musical casi a la antigua, recurso con el cual se han mantenido sin<br />
estridencias y en cierta forma, a un lado en el espectro de la popularidad, pero<br />
con una constancia digna de admiración. Esta pequeña formación <strong>merengue</strong>ra,<br />
cuya base es la guitarra, ha podido disfrutar de una invariable simpatía<br />
y demanda por parte de los diversos núcleos sociales. Los Paymasí, sin ninguna<br />
protección radial aparente, han conformado un variado repertorio de gusta<strong>dos</strong><br />
<strong>merengue</strong>s, por los cuales son reconoci<strong>dos</strong>.<br />
Los años finales <strong>del</strong> siglo anterior fueron portadores para el criollo <strong>merengue</strong><br />
de una verdadera cascada de eventos de perfiles estremecedores. Auspicia<strong>dos</strong>,<br />
celebra<strong>dos</strong> y defendi<strong>dos</strong>, cierto es, por las grandes mayorías, estos nuevos<br />
giros y los ingredientes utiliza<strong>dos</strong> con ellos, han causado sorpresas no sólo en<br />
los estamentos profesionales de la <strong>música</strong>, sino, en cierta parte de la población.<br />
Sorprendi<strong>dos</strong> los unos y los otros, en primer lugar, por lo súbito de<br />
estas apariciones, y en general, por el efecto de tipo estrictamente musical<br />
causado, así como la entusiasta y masiva receptividad hacia las mismas.<br />
Cambios radicales, tales como la erradicación total de la tambora, letras y<br />
expresiones divorciadas <strong>del</strong> buen gusto, combinaciones de soni<strong>dos</strong> sintetiza<strong>dos</strong><br />
inventa<strong>dos</strong> in situ mediante computadoras y con el auxilio de las nuevas<br />
tecnologías, cómplices estas últimas de los desposeí<strong>dos</strong> de talento pero<br />
astutos manipuladores.<br />
Detrás y a la sombra de este complejo escenario, está el manejo de los<br />
mercaderes de la <strong>música</strong>, camarilla que extiende sus tentáculos hasta lo más<br />
profundo que se pueda imaginar, sin fronteras que la limite ni escrúpulo que<br />
le imponga sujeción. Su presencia nefasta esta presente en cualquier tipo de<br />
trabajo musical, lo mismo clásico como popular, sin que se excluyan los eventos<br />
multitudinarios <strong>del</strong> deporte.<br />
ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />
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De retorno al <strong>merengue</strong> y sus «novedades» de entre-siglo, no perdamos de<br />
vista la habilidad y el constante afán de innovación que a la postre tenemos<br />
que reconocerle a algunos de los actores principales en esa constante lucha<br />
por el rechazo de lo usual. Uno de esos casos es el combinado que se las arregla<br />
para mezclar el conjunto típico (acordeón, güira y tambora) con el sonido<br />
característico <strong>del</strong> «combo»; el curioso «arreglo» deja escuchar el acordeón en<br />
forma <strong>dos</strong>ificada, aparentemente bajo una estrategia preconcebida. En su lugar,<br />
se oyen voces que emiten frases repetidas, mientras la batería (un «perico<br />
ripiao» con batería, ¡sorpréndase!) hace apuntes percusivos. Para ser justos,<br />
el ritmo es picante, acelerado «ma non troppo», y decididamente incitante al<br />
baile. El protagonista de esta nueva tendencia lleva el nombre de «El Prodigio».<br />
Otros grupos, siguen el mismo plan de ejecución, entre ellos, Jovanny<br />
Polanco y el popular Krispy.<br />
Otro rasgo curioso y digno de mención en este capítulo dedicado al <strong>merengue</strong><br />
«ultra-moderno» es la utilización <strong>del</strong> bajo. Curioso, en primer lugar, por la<br />
denominación de la modalidad, y segundo, por lo que la misma en efecto representa.<br />
El asunto consiste en sustituir de plano toda ejecución de soni<strong>dos</strong> con el<br />
instrumento, de acuerdo a los cánones normales; de suerte que, el bajista, en<br />
lugar de digitar las cuerdas en el diapasón, las ensordece, apoyando sobre ellas la<br />
palma de la mano izquierda; luego, con la derecha, emite soni<strong>dos</strong> indefini<strong>dos</strong><br />
por necesidad, alterna<strong>dos</strong> con prominentes glizzan<strong>dos</strong> y otros efectos al azar,<br />
inenarrables. A determinado personaje se le atribuye la invención, que para<br />
muchos es el resultado de la incapacidad <strong>del</strong> sujeto para leer la <strong>música</strong> que le<br />
fuera impuesta. Los <strong>músicos</strong> han convenido en designar el mencionado «nuevo<br />
estilo» con el nombre de, «bajo gago». Ahora, si hemos tomado esta incursión<br />
bajística con interés, no es más que por la incidencia y predilección que se le<br />
atribuye al momento, la preferencia de cierto público por estas grabaciones, así<br />
como la importancia que podría adquirir en un futuro próximo, sin que se descarte<br />
una imposición definitiva. En tal caso daríamos una elíptica vuelta a la<br />
vieja y desterrada «marimba», hecha de cajas con flejes.