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dos siglos: música y músicos del merengue - Claro

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ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />

464<br />

sión de la primera, llegando a ser tan popular como aquella, creán<strong>dos</strong>e con<br />

ello una dual y perdurable competencia.<br />

Entre estas apariciones, no pasemos por alto los <strong>merengue</strong>s <strong>del</strong> conjunto<br />

denominado, «Los Paymasí», ya legendarios, quienes son poseedores de un<br />

estilo musical casi a la antigua, recurso con el cual se han mantenido sin<br />

estridencias y en cierta forma, a un lado en el espectro de la popularidad, pero<br />

con una constancia digna de admiración. Esta pequeña formación <strong>merengue</strong>ra,<br />

cuya base es la guitarra, ha podido disfrutar de una invariable simpatía<br />

y demanda por parte de los diversos núcleos sociales. Los Paymasí, sin ninguna<br />

protección radial aparente, han conformado un variado repertorio de gusta<strong>dos</strong><br />

<strong>merengue</strong>s, por los cuales son reconoci<strong>dos</strong>.<br />

Los años finales <strong>del</strong> siglo anterior fueron portadores para el criollo <strong>merengue</strong><br />

de una verdadera cascada de eventos de perfiles estremecedores. Auspicia<strong>dos</strong>,<br />

celebra<strong>dos</strong> y defendi<strong>dos</strong>, cierto es, por las grandes mayorías, estos nuevos<br />

giros y los ingredientes utiliza<strong>dos</strong> con ellos, han causado sorpresas no sólo en<br />

los estamentos profesionales de la <strong>música</strong>, sino, en cierta parte de la población.<br />

Sorprendi<strong>dos</strong> los unos y los otros, en primer lugar, por lo súbito de<br />

estas apariciones, y en general, por el efecto de tipo estrictamente musical<br />

causado, así como la entusiasta y masiva receptividad hacia las mismas.<br />

Cambios radicales, tales como la erradicación total de la tambora, letras y<br />

expresiones divorciadas <strong>del</strong> buen gusto, combinaciones de soni<strong>dos</strong> sintetiza<strong>dos</strong><br />

inventa<strong>dos</strong> in situ mediante computadoras y con el auxilio de las nuevas<br />

tecnologías, cómplices estas últimas de los desposeí<strong>dos</strong> de talento pero<br />

astutos manipuladores.<br />

Detrás y a la sombra de este complejo escenario, está el manejo de los<br />

mercaderes de la <strong>música</strong>, camarilla que extiende sus tentáculos hasta lo más<br />

profundo que se pueda imaginar, sin fronteras que la limite ni escrúpulo que<br />

le imponga sujeción. Su presencia nefasta esta presente en cualquier tipo de<br />

trabajo musical, lo mismo clásico como popular, sin que se excluyan los eventos<br />

multitudinarios <strong>del</strong> deporte.<br />

ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE<br />

465<br />

De retorno al <strong>merengue</strong> y sus «novedades» de entre-siglo, no perdamos de<br />

vista la habilidad y el constante afán de innovación que a la postre tenemos<br />

que reconocerle a algunos de los actores principales en esa constante lucha<br />

por el rechazo de lo usual. Uno de esos casos es el combinado que se las arregla<br />

para mezclar el conjunto típico (acordeón, güira y tambora) con el sonido<br />

característico <strong>del</strong> «combo»; el curioso «arreglo» deja escuchar el acordeón en<br />

forma <strong>dos</strong>ificada, aparentemente bajo una estrategia preconcebida. En su lugar,<br />

se oyen voces que emiten frases repetidas, mientras la batería (un «perico<br />

ripiao» con batería, ¡sorpréndase!) hace apuntes percusivos. Para ser justos,<br />

el ritmo es picante, acelerado «ma non troppo», y decididamente incitante al<br />

baile. El protagonista de esta nueva tendencia lleva el nombre de «El Prodigio».<br />

Otros grupos, siguen el mismo plan de ejecución, entre ellos, Jovanny<br />

Polanco y el popular Krispy.<br />

Otro rasgo curioso y digno de mención en este capítulo dedicado al <strong>merengue</strong><br />

«ultra-moderno» es la utilización <strong>del</strong> bajo. Curioso, en primer lugar, por la<br />

denominación de la modalidad, y segundo, por lo que la misma en efecto representa.<br />

El asunto consiste en sustituir de plano toda ejecución de soni<strong>dos</strong> con el<br />

instrumento, de acuerdo a los cánones normales; de suerte que, el bajista, en<br />

lugar de digitar las cuerdas en el diapasón, las ensordece, apoyando sobre ellas la<br />

palma de la mano izquierda; luego, con la derecha, emite soni<strong>dos</strong> indefini<strong>dos</strong><br />

por necesidad, alterna<strong>dos</strong> con prominentes glizzan<strong>dos</strong> y otros efectos al azar,<br />

inenarrables. A determinado personaje se le atribuye la invención, que para<br />

muchos es el resultado de la incapacidad <strong>del</strong> sujeto para leer la <strong>música</strong> que le<br />

fuera impuesta. Los <strong>músicos</strong> han convenido en designar el mencionado «nuevo<br />

estilo» con el nombre de, «bajo gago». Ahora, si hemos tomado esta incursión<br />

bajística con interés, no es más que por la incidencia y predilección que se le<br />

atribuye al momento, la preferencia de cierto público por estas grabaciones, así<br />

como la importancia que podría adquirir en un futuro próximo, sin que se descarte<br />

una imposición definitiva. En tal caso daríamos una elíptica vuelta a la<br />

vieja y desterrada «marimba», hecha de cajas con flejes.

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