ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE 396 No sabríamos establecer en cuales circunstancias se incorpora el saxofón al <strong>merengue</strong> dominicano. Esteban Peña Morel lo ubica en nuestro país cincuenta años antes de su aparición en las orquestas de jazz en Norteamérica. Tiempo anterior, el tres, el cuatro, las guitarras y flautas serían los predilectos antes de que el inmigrante saxofón se hiciera parte de la escena dominada por el sonoro acordeón. Ya urbanizado el <strong>merengue</strong>, el instrumento en cuestión entra en familia y se constituye en sección. Las grandes orquestas <strong>del</strong> país, a semejanza de las <strong>del</strong> gigante <strong>del</strong> norte, ostentaban cinco saxofones: 2 altos, 2 tenores y 1 barítono. Mientras las agrupaciones de provincias, sólo incluían 2 altos y 1 tenor, con los cuales producían tan buenos jaleos como los anteriores. Los «combos», han mantenido únicamente alto y tenor en su plantilla. Los jaleos en los saxofones constituyen la piedra angular de un buen <strong>merengue</strong>. Estos jaleos entran en función mayormente durante la segunda parte <strong>del</strong> mismo. La primera parte está compuesta, o bien por notas largas marcando la armonía correspondiente, alternadas con frases al unísono, como también se presentan los saxofones con fragmentos de jaleos, armonías, unísonos, en fin, una combinación de todas las posibilidades. Los jaleos son normalmente escritos, aunque los saxofonistas tienen la habilidad de improvisarlos sobre la marcha, dependiendo <strong>del</strong> entusiasmo. El primer alto, líder de la cuerda de saxofones, es el encargado de trasmitir a los demás la improvisación <strong>del</strong> nuevo jaleo; una vez es presentada, los demás se suman a la misma buscando rápidamente sus respectivas voces. Al tratar sobre los jaleos y las improvisaciones nos viene a la mente un caso divertido digno de mención. Durante los años cuarenta, en la Orquesta Maravilla de Puerto Plata tocaba el primer alto, Julio Barbel. Músico diestro y a la vez dotado de un perenne buen humor; Julito, con su extraordinaria digitación e innata capacidad para tocar el saxofón, se inventaba los más intrica<strong>dos</strong> jaleos con el fin premeditado de poner en apuros a sus colegas, quienes debían rápidamente asimilarse a sus invenciones, tal como es la costumbre en las orquestas dominicanas. Ya establecido el jaleo, y después de la ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE 397 tenaz búsqueda tras el figuraje por parte de los demás, Barbel tomaba un breve respiro e irrumpía entonces con otro más enrevesado, repitién<strong>dos</strong>e el proceso, tan cargado de hilaridad para el travieso primer alto, como molestoso para los demás. El caso de Tavito Vasquez es diferente. Este último, verdadero virtuoso <strong>del</strong> instrumento, al improvisar sus jaleos, siempre se mostró más generoso con sus compañeros, estando estos a varias leguas de distancia de su genio y dotes especiales. Tavito es producto de una verdadera saga de <strong>músicos</strong> superdota<strong>dos</strong> engendra<strong>dos</strong> en las callejuelas de Santiago, ciudad donde se sucedieron por generaciones, recibiendo por vía oral las instrucciones de uno al otro. Laboró en La Voz Dominicana como primer saxofón-alto en varias orquestas por perío<strong>dos</strong> diferentes. Mas, alcanzó su máxima expresión como instrumentista tocando en el conjunto «Alma Criolla» de la mencionada emisora, grupo típico de <strong>merengue</strong> donde, estando en plena libertad, dejó plasmada su capacidad como solista mediante una fraseología sin precedentes en nuestra <strong>música</strong> y una admirable capacidad de invención, asignándole al <strong>merengue</strong> una dimensión hasta entonces no imaginada. Durante un par de décadas antes de su fallecimiento, Tavito Vasquez tomó parte en un buen número de sesiones de grabación, por medio de las cuales han podido las generaciones siguientes conocer y admirar la estatura de este genial músico. En este sentido, justo es reconocer la labor ardua puesta en marcha por el también saxofonista Juan Colón, quien con una dedicación no muy usual se dispuso a transcribir nota por nota algunos de los solos históricos graba<strong>dos</strong> por Tavito, recogi<strong>dos</strong> a manera de colección, y presenta<strong>dos</strong> en un libro de carácter didáctico e informativo. Este trabajo es complementado con una producción discográfica donde se incluyen estos solos in-extenso toca<strong>dos</strong> por el mismo Juan Colón a los cuales él se dio a la tarea de armonizar a cuatro y cinco voces utilizando movimientos paralelos a la melodía. Tavito Vásquez tiene un lugar de honor asegurado en la posteridad, por su empeño en demostrar las múltiples y mejores posibilidades de manifestación
PARTITURA DE «CON EL ALMA». TRANSCRIPCIÓN DE JUAN COLÓN DE UN SOLO DE TAVITO VÁSQUEZ. ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE 398 ENTRE DOS SIGLOS: MÚSICA Y MÚSICOS DEL MERENGUE 399