El Asegurador 31 Oct 22

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Ciudad de México / Octubre 31, 2022.
El Asegurador: 38 años
#Opinión
a riesgo propio
Bernardo Olvera Bolio
A
38 AÑOS DE HABERSE
PUBLICADO el número 1
de El Asegurador es imposible
anotar en un espacio tan corto
todas las reflexiones, anécdotas,
notas, artículos y demás cuestiones
que, de una u otra forma, han
quedado en la memoria, en el corazón
o en el estómago de este columnista.
Menos posible aún sería
querer incluir el cúmulo de textos
que se quedaron en el tintero o
como borradores que por diversos
motivos nunca vieron la luz, algo
que, de lograrse, es siempre reconfortante.
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EN ESTA COLUMNA HA HABIDO
NOTAS que se referían a cuestiones
técnicas, a aspectos comerciales, a cuestiones
legales; también hubo algunas
columnas que referían sueños extraños,
cuentos en varias partes,
críticas a personajes
identificables del
sector, reseñas sobre
eventos nacionales e
internacionales, temas
futuristas, predicciones
de inicio de año
(que se cumplieron en
un 70 u 80 por ciento)
y temas inútiles que tal
vez tuvieron un papel
de mero divertimento.
En fin…
TODO LO AN-
TERIOR, todas las
categorías señaladas
que ha abordado esta
columneta, se escribieron
siempre con cierto buen humor
y, si se prefiere, con ironía o sarcasmo.
Muchas críticas hubo a las autoridades
del sector, de las que sólo unas pocas
estuvieron acompañadas de interesantes
diálogos y fundamentadas discusiones;
específicamente, en la administración
de don Ismael Gómez Gordillo, un
ejemplo de autoridad, hombre siempre
dispuesto, promotor del diálogo, un interlocutor
de la mayor altura y arquetipo
de cultura aseguradora que lamentablemente
no han seguido sus sucesores.
¡Cómo se extrañan esos comportamientos
de la autoridad!
ESTE COLUMNISTA PARTICIPÓ
TAMBIÉN en eventos del propio periódico,
y hubo intervenciones en el seno de
la organización editorial mediante algunos
cursos que se brindaron a distintos
equipos de colaboradores del medio informativo.
Para mí ha sido timbre de orgullo
haber recibido un voto de confianza
de nuestro fundador, Genuario Rojas
Mendoza, al asignarme la edición del
libro de los 30 años del periódico, una
edición que requirió,
entre otras actividades,
leer los cientos de ediciones,
de las cuales una
proporción importante
tuvo que consultarse en
papel; nada de electrónico…
Algo de verdad
divertido.
PERO SIEMPRE SE
BUSCÓ, se ha buscado,
ser propositivo en los
escritos que aquí han
aparecido. A manera de
reflexiones y preguntas,
la intención ha sido encontrar mejores
formas de hacer las cosas, intentar que
se lleven a cabo mejoras dentro del sector;
desde lo más práctico hasta lo conceptual.
La crítica sin propuestas o sin
preguntas se vuelve descalificación, y
ése no es el estilo que ha caracterizado
al espacio de A Riesgo Propio.
CIERTO ES QUE con la gran libertad
que me han otorgado tanto Genuario
como nuestro actual director, César
Rojas, y el impecable editor Luis Adrián
Vázquez Moreno, también me he metido
en terrenos que no se relacionan directamente
con el mundo asegurador;
incluso he tocado temas de política. En
esos temas he tratado de relacionar los
comentarios con aspectos del sector; no
siempre lo logré. No obstante, tal como
sucedió con las demás colaboraciones, la
ácida crítica pretendió invitar a los lectores
al ejercicio de la reflexión para la
mejora en todos los ámbitos de interés
general.
MUY IMPORTANTE ES señalar
que la experiencia de escribir y tener la
Uno se convierte
en repositorio
de asuntos que
le interesan y de
otros de los que
hubiera preferido
nunca haber
sabido
oportunidad de contar con un espacio
expuesto al público obliga a un comportamiento
de alta, o muy alta, responsabilidad.
Durante los años de intervención
en El Asegurador, muchas personas me
han buscado, me cuentan cosas,
me sugieren publicar asuntos de
interés particular (no general)
que ponen en riesgo de desprestigio
o denostación a determinadas
personas, instituciones,
autoridades, intermediarios u
otros personajes más o menos
públicos; siempre es difícil seleccionar
qué decir y qué callar;
qué publicar y qué mantener en
el ámbito privado. Hay cientos
de datos, situaciones, acciones
y actitudes que, de haberse
publicado, habrían hecho más
daño que algún bien. No así la
información, conversaciones y
puntos de vista con que muchos
amigos contribuyeron directa o
indirectamente a los contenidos de esta
columna. Como quiera que sea, uno se
convierte en repositorio de asuntos que
le interesan y de otros de los que hubiera
preferido nunca haber sabido.
UN EJEMPLO: CUANDO YO DIRI-
GÍA EL Instituto Proser, autorizado por
la CNSF (Comisión Nacional de Seguros
y Fianzas) para impartir cursos y dictaminar
sobre la capacidad demostrada de
quienes ahí se entrenaban, hubo quien
pretendió sujetar la contratación
de cursos a
cambio de que yo publicara
hechos u opiniones
favorables a tal o cual
aseguradora. Si accedía a
tales enjuagues, entonces
me comprarían los cursos
para sus agentes…
Nunca sucedió. Jamás
vendí mi palabra a cambio
de favores de ninguna
índole.
EN FIN, 38 AÑOS se
dice pronto… y pasan
pronto. Tratar de recordarlos de golpe
resulta complicado y, la verdad, poco
práctico. Las experiencias vividas, derivadas
de la relación directa con el periódico,
han sido múltiples y variadas, profundas,
efímeras, agridulces, divertidas
e intensas, pero ninguna es desechable.
Todas ellas han tenido utilidad, todas
han contribuido en mayor o menor grado
al recorrido correspondiente durante
esas casi cuatro décadas.
DIRÉ, EN RESUMEN que, aun con
todos los claroscuros que ha implicado
mi paso por El Asegurador, no me
desdigo de ningún aspecto, comentario,
propuesta, reflexión o idea que haya expresado
en sus páginas; por el contrario,
de lo dicho también he aprendido —y
ésa es la parte fundamental— a comprender
con mayor amplitud de miras
al sector, a sus actores y la habilidad
y pericia con que éste ha sorteado las
cambiantes realidades que ha enfrentado.
Soy, como dice el filósofo, responsable
de lo que he dicho…; y también de lo
que he callado.