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éxito”.
La mayoría de nosotros, cuando oímos la verdad ya la sabemos. El hombre
empezó a relajarse comenzó, de nuevo, a respirar profundamente. Entonces apareció
en su rostro una gran sonrisa. Me dio el mayor de los abrazos y dijo “Gracias,
Gracias, Gracias”. La última vez que supe de é todo le iba viento en popa; ha
acumulado más riqueza en los últimos dieciocho meses que en los últimos dieciocho
años. ¡Me encanta!.
Insisto: puedes tener todos los conocimientos y experiencia del mundo, pero si tu
“patrón” no está programado para el éxito, estás condenado a fracasar
económicamente.
Muchas veces nos vienen participantes a los seminarios cuyos padres se vieron
involucrados en la Segunda Guerra Mundial o que vivieron en tiempos de la
Depresión. Estas personas sufren a menudo un fuerte impacto cuando se dan cuenta
de lo mucho que han influido las experiencias de sus padres en sus creencias y en sus
hábitos en torno al dinero. Algunos gastan como locos porque “podrías perder
fácilmente todo tu dinero, así que más vale que lo disfrutes mientras puedas”. Otros
siguen el camino contrario: van guardando el dinero y “ahorran para cuando llegue la
época de las vacas flacas”.
Unas sabias palabras: ahorrar pensando en que pueden llegar malos tiempos
podría parecer una decisión sensata, pero puede crear grandes problemas. Uno de los
principios que enseñamos en otro de nuestros cursos es el poder de la intención : si
estás ahorrando tu dinero para cuando lleguen las vacas flacas ¿qué es lo que vas a
tener? ¡pues vacas flacas! Deja de hacer eso. En lugar de ahorrar para un día de
penuria económica, concéntrate en ahorrar para un día de júbilo o para lograr pronto
tu libertad financiera. Entonces, en virtud de la ley de la intención, eso es
exactamente lo que obtendrás.
Antes decía que, en lo referente al dinero, la mayoría de nosotros tendemos a ser
idénticos a uno o a ambos de nuestros progenitores, pero también existe la otra cara
de la moneda: algunos de nosotros acabamos siendo exactamente lo contrario de lo
que fueron uno o ambos de nuestros padres. ¿por qué tendría que ocurrir eso? ¿Te
suenan las palabras ira, rebeldía? Resumiendo, depende, simplemente, del
enfrentamiento que hubieras mantenido con ellos.
Por desgracia, cuando éramos niños no podíamos decir a nuestros padres: “Mamá
y papá, sentaos. Quiero comentaros algo. No me gusta la forma en que estáis
administrando vuestro dinero ni, en realidad, vuestra vida, y, por lo tanto, cuando sea
adulto haré las cosas de forma completamente distintas. Espero que lo entendáis.
Ahora, que paséis buena noche y tengáis dulces sueños”
No, no, no, las cosa no es así en absoluto. En lugar de eso, cuando nos aprietan el
botón, por lo general, “se nos va la olla” y lo que sale suena más como: “Os odio,
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