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Archivo de riqueza n. 2
La gente rica juega al juego del dinero para ganar.
La gente pobre juega al juego del dinero para no perder.
Los pobres juegan al juego del dinero a la defensiva en lugar de a la ofensiva.
Déjame preguntarte si tuvieses que jugar a cualquier deporte o a cualquier juego
estrictamente a la defensiva, ¿cuáles son las probabilidades de que ganaras el juego?
La mayoría de la gente estaría de acuerdo: escasas o nulas.
Sin embargo, así es exactamente como juegan la mayoría de las personas al juego
del dinero. Su principal preocupación es la supervivencia y la seguridad, en lugar de
crear riqueza y abundancia. Así pues, ¿cuál es tu meta? ¿Cuál es tu objetivo? ¿Cuál es
tu verdadera intención?
La meta de la gente verdaderamente rica es tener una riqueza y abundancia
enormes. No sólo algo de dinero, sino montones de dinero. Y ¿cuál es la gran meta de
la gente pobre? “Tener lo suficiente para pagar las cuentas pendientes... ¡y hacerlo
puntualmente ya sería un milagro!” De nuevo, permíteme recordarte el poder de la
intención. Cuando tu intención es tener lo suficiente para pagas las cuentas, eso es
exactamente lo que obtendrás: justo lo suficiente para pagar las cuentas pendientes y
ni un céntimo más.
La gente de clase media, al menos, va un paso más allá... Lástima que sea un paso
de hormiga. Su gran meta en la vida resulta ser también su palabra favorita: sólo
quieren “comodidad”. Odio tener que darte la noticia, pero hay una enorme diferencia
entre estar cómodo y ser rico.
Debo admitirlo: no siempre lo supe. Pero una de las razones por las que creo tener
el derecho de escribir este libro es que he tenido la experiencia de hallarme en los tres
lados de la proverbial valla. He estado extremadamente pelado, como para tener que
pedir prestado un dólar a fin de poner gasolina en el coche. Pero déjame matizar eso:
en primer lugar, el coche no era mío; en segundo lugar, ese dólar me vino en forma de
cuatro monedas de 25 centavos. ¿sabes lo embarazoso que resulta para un adulto
pagar la gasolina con cuatro monedas? El chaval del surtidor me miró como si fuese
alguna especie de atracador de máquinas expendedoras y luego se limitó a sacudir la
cabeza y a reírse. Definitivamente fue uno de mis momentos económicos más bajos y,
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