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por desgracia, sólo no de ellos.
Una vez que me organicé, pasé al nivel de la comodidad. Sentirse cómodo
económicamente está bien. Al menos, sales a restaurantes decentes, para variar. Pero,
muchas veces, todo lo que podía pedir era pollo. En fin no hay nada de malo en pedir
pollo, si eso es lo que realmente quieres. Pero muchas veces no lo es.
De hecho, la gente que económicamente sólo está cómoda, por lo general en el
restaurante decide mirando la parte derecha de la carta: la parte del precio. “¿Qué te
gustaría cenar esta noche, cariño?” “Tomaré este plato de 7,95 dólares. A ver qué es.
Sorpresa, sorpresa, es el pollo”, ¡por decimonovena vez esta semana!
Cuando estás económicamente “cómodo” no te atreves a dejar que tus ojos miren
la parte inferior de la carta, pues si lo hicieses podrías topar con las palabras más
prohibidas en el diccionario de la clase media: ¡precio de mercado! Y, aun cuando
tuvieses curiosidad, jamás preguntarías cuál es exactamente ese precio. Primero,
porque sabes que no puedes permitírtelo. Y segundo, resulta de lo más embarazoso
cuando el camarero te dice que el plato vale 49 dólares, con los acompañamientos
aparte, y tú respondes: “No sé por qué, pero esta noche se me ha antojado comer
pollo”, aunque sabes perfectamente que el camarero no se ha tragado lo de tu
repentino antojo.
Debo decir que para mí, personalmente, una de las mejores cosas de ser rico es no
tener que mirar ya más los precios de la carta: como exactamente lo que quiero
comer, sin tener en cuenta el precio. Puedo asegurarte que no hacía eso cuando estaba
sin blanca o cuando estaba económicamente cómodo.
En resumidas cuentas: si tu meta es estar cómodo económicamente, lo más
probable es que jamás te hagas rico. Pero si tu meta es ser rico, lo más probable es
que acabes estando inmensamente cómodo.
PRINCIPIO DE RIQUEZA:
Si tu meta es estar cómodo económicamente,
lo más probable es que jamás seas rico.
Pero si tu meta es ser rico, lo más probable es
que acabes estando inmensamente cómodo.
Uno de los principios que enseñamos en nuestros programas es: “Si aspiras a las
estrellas alcanzarás cuando menos la luna”. La gente pobre ni siquiera aspira al tejado
de su casa, y después se pregunta por qué no prospera. Bueno, acabas de averiguarlo.
Obtienes lo que verdaderamente pretendes obtener. Si quieres hacerte rico, tu meta
debe ser ésa. No tener suficiente para pagar las cuentas pendientes, y no sólo tener
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