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registradora. Y en segunda, ya había aprendido lo que fui a aprender, ¡Misión
cumplida!.
Y a eso es a lo que me refiero con lo de estar “en el ruedo”. Significa introducirte
en el campo en el que quieres estar en el futuro, en calidad de lo que sea, para
empezar. Este es, con muchísima diferencia, el mejor modo de aprender acerca de un
negocio, porque lo ves desde dentro. En segundo lugar, puedes hacer los contactos
que necesitas, que no podrías haber hecho jamás desde fuera. En tercer lugar, una vez
que estás en el ruedo pueden abrírsete otras muchas puertas. Es decir, una vez que
eres testigo de lo que pasa realmente, puedes descubrir un hueco para ti que no habías
reconocido antes. En cuarto lugar, puedes descubrir también que en realidad no te
gusta este campo, ¡y menos mal que lo descubriste antes de meterte demasiado en él!
Y bien, ¿cuál de todas estas cosas crees que me sucedió a mi? Cuando hube
terminado con Mother Butler, no podría soportar el olor ni la visión de una tarta.
Segundo, el pastelero lo dejó al día siguiente de marcharme yo, me llamó por
teléfono y me explicó que acababa de enterarse de un aparato de preparación física
recién salido conocido como “botas de inversión” Guía de gravedad (puede que hayas
visto a Richard Gere colgando boca abajo en ellas en la película American Gigoló) y
quería saber si me interesaría verlas. Examiné cómo estaban las cosas y decidí que las
botas eran una bomba, pero él no, de modo que me involucré yo solo.
Comencé a vender las botas a tiendas, de material deportivo y a grandes
almacenes. Me di cuenta de que todos esos puntos de venta al por menor tenían algo
en común: un material de preparación física horrible. Las campanas de mi cerebro se
volvieron locas: “Oportunidad, oportunidad, oportunidad”. Es gracioso cómo suceden
las cosas. Esta fue mi primera experiencia vendiendo material de preparación física,
la cual me llevó, a la larga, a abrir una de las primeras tiendas al por menor de fitness
de Norteamérica y a hacerme con el primer millón de mi vida. ¡Y pensar que todo
empezó siendo ayudante de camarero en la pastelería Mother Butler! La moraleja es
simple: échate al ruedo. Nunca sabes por dónde saldrá el toro.
Yo tengo un lema: “La acción siempre derrota a la inacción”. La gente rica se
pone en marcha. Confían en que, una vez estén dentro del juego podrán tomar
decisiones inteligentes en el momento presente. Podrán hacer correcciones e ir
ajustando las velas sobre la marcha.
Los pobres no confían en si mismos ni en sus capacidades, de modo que creen
que deben de saberlo todo con antelación, lo cual es prácticamente imposible.
Mientras tanto ¡no mueven ni un dedo! Al final, con su actitud positiva de
“preparados, fuego, apunten”, los ricos pasan a la acción y, por lo general, ganan.
Por el contrario, diciéndose a si mismos: “yo no hago nada hasta haber
identificado cada posible problema y saber exactamente qué hacer al respecto”, la
gente pobre nunca pasa a la acción y, por lo tanto, siempre pierde.
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