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Los secretos de la mente millonaria

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Pero antes de hablar totalmente que ninguno de estos modos de ser tiene nada que

ver con nadie que esté leyendo este libro. Pero tal vez, solo tal vez, podrías conocer a

alguien que pueda identificarse con alguno de ellos. Y tal vez, sólo tal vez, ¡podrías

conocer intimamente a esa persona! En cualquier caso, te sugiero que prestes mucha

atención a esta sección.

Pista n. 1 de la víctima: la culpa.

Cuando se trata del motivo por el cual no son ricos, la mayoría de las víctimas son

profesionales. Del “juego de la culpa”. El objeto de este juego es ver a cuántas

personas y circunstancias puedes señalar con el dedo sin mirarte nunca a ti mismo.

Las víctimas, al menos, se lo pasan bien. Por desgracia, no resulta tan divertido para

cualquier otra persona que tenga la mala suerte de encontrarse a su alrededor. Eso es

porque aquellos que son más cercanos a las víctimas se convierten en blancos fáciles.

Las víctimas culpan a la economía, culpan al gobierno, culpan al mercado

bursátil, culpan a su agente, culpan a su tipo de negocio, culpan a su empleador,

culpan a sus empleados, culpan a su jefe, culpan a la oficina central, culpan a la

persona que tienen inmediatamente por encima o por debajo de ellos, culpan a los de

atención al cliente, culpan a su cónyuge, culpan a Dios y, por supuesto, siempre

culpan a sus padres, Siempre es alguna otra persona o alguna otra cosa a la que hay

que culpar. El problema es cualquier cosa o cualquier persona excepto ellos.

Pista n. 2 de la víctima: las justificaciones

Si las víctimas no están echándole la culpa a alguien, las encontrarás a menudo

justificando o racionalizando su situación con frases como: “El dinero no es

realmente importante”. Déjame hacerte una pregunta: si tú dijeses que tu marido o tu

esposa, tu novio o tu novia, o tu socio o tu amigo, no son tan importantes, ¿alguno de

ellos estaría mucho tiempo más junto a ti? No lo creo, ¡y tampoco el dinero”.

En mis seminarios en vivo siempre hay participantes que vienen a decirme:

“¿sabes, Harv?, el dinero no es realmente tan importante. Yo los miro directamente a

los ojos y les digo: “¡Estás en la ruina! ¿Me equivoco?”. Normalmente miran al suelo

y responden de forma mansa con algo como: “Bueno, ahora mismo estoy pasando por

algunos apuros económicos, pero...”. Yo los interrumpo: “No, no es sólo ahora

mismo, es siempre; siempre has estado en la ruina o cerca de ella, ¿si, o sí?”.

Llegados a este punto, por lo general, asienten con la cabeza y regresan a su asiento

desconsolados, listos para escuchar y aprender, puesto que finalmente se dan cuenta

del desastroso efecto que esta sola creencia ha causado en su vida.

www.lectulandia.com - Página 44

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