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Los secretos de la mente millonaria

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Es de locos pensar que puedes saber todo lo que sucederá en el futuro. Es

engañoso creer que puedes prepararte para todas y cada una de las circunstancias que

algún día podrían producirse y que puedes protegerte de ellas ¿sabías que en el

universo no hay ninguna línea recta? La vida no se mueve en líneas perfectamente

rectas, sino de forma más parecida a como lo hace un río sinuoso. En la mayoría de

las ocasiones, únicamente puedes ver hasta la siguiente curva, y sólo cuando llegas a

esa siguiente curva puedes ver más.

El asunto es meterse en el juego con lo que tengas. desde donde te encuentres. Yo

llamo a esto estar en el ruedo. Por ejemplo, hace unos años estaba planeando abrir

una cafetería-pastelería que funcionase toda la noche en Fort Lauderdale, Florida.

Estudié las opciones de ubicación y el mercado, y averigüé el equipamiento que

necesitaría. Investigué también las clases de pasteles, tartas, helados y cafés

disponibles. El primer gran problema es que ¡comencé a engordar mucho! Investigar

comiendo no resultó útil. De modo que me pregunté: “Harv, ¿cuál sería el mejor

modo de estudiar este negocio? “. Entonces, un tipo llamado Harv, que era

obviamente mucho más listo que yo, respndio “Si de verdad quieres aprender un

negocio, métete en él. No tienes por qué ser el propietario desde el primer día. Entra

en el ruedo consiguiendo un empleo en ese campo. Aprenderás más barriendo un

restaurante y lavando platos que con diez años de investigación desde fuera”. (Ya te

dije que era mucho más listo que yo).

Y eso fue lo que hice: enseguida un empleo en la pastelería Mother Butler. Ojalá

pudiese decirte que inmediatamente reconocieron mis magníficos talentos y me

nombraron adjunto al jefe. Lamentablemente, resulto que no vieron, ni les

importaron, mis aptitudes de liderazgo y, por tanto, comencé como ayudante del

camarero, barriendo el suelo y limpiando platos. Es gracioso cómo funciona el poder

de la intención, ¿verdad?

Podría pensarse que tuve que tragarme el orgullo para hacer ese trabajo pero la

verdad es que nunca lo miré de ese modo. Mi misión consistía en aprender el negocio

de los postres; me sentía agradecido por la oportunidad de aprenderlo “a expensas” de

otro y, por si fuera poco sacarme algo de propina.

Durante mi ocupación, pasaba el máximo tiempo posible charlando con el gerente

sobre ingresos y beneficios, inspeccionando cajas para averiguar los nombres de los

proveedores y ayudando al pastelero a las cuatro de la madrugada, para aprender

sobre equipo, ingredientes y problemas que podía presentarse.

Pasó una semana y yo diría que debí de cumplir bastante bien con mi trabajo,

porque el gerente me sentó, me dio un poco de tarta y me ascendió a... ¡cajero! Me lo

pensé exactamente durante una fracción de segundo. Finalmente respondí: “Gracias,

pero no”.

En primer lugar, no iba a aprender mucho atascado detrás de una caja

www.lectulandia.com - Página 63

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