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Para comenzar - centro de formación e investigación padre joaquín ...

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fuera <strong>de</strong>l discurso científico, pero con una contun<strong>de</strong>ncia avasa¬lladora, la literatura<br />

documenta la diversidad sexual en todas las épocas y socieda<strong>de</strong>s.<br />

Hoy día, si algo se pue<strong>de</strong> afirmar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una postura rigurosamente científica y cosmopolita<br />

es que no hay una sexualidad “natural”; lo “natural” es, justamente, que<br />

existe una diversidad <strong>de</strong> sexualida<strong>de</strong>s. Creer que la heterosexualidad es natural o postularla<br />

como la norma distorsiona la comprensión <strong>de</strong>l fenómeno sexual humano.<br />

No hay justicia ni legalidad dignas <strong>de</strong> ese nombre cuando existen discriminaciones y<br />

opresiones <strong>de</strong> todo tipo contra las personas homosexuales, transexuales, transgéneros.<br />

<strong>Para</strong> construir un or<strong>de</strong>n social más respetuoso, con mejores reglas <strong>de</strong> convivencia,<br />

don<strong>de</strong> las diferencias <strong>de</strong> orientación sexual sean aceptadas, hay dos requisitos básicos<br />

que seguir: el primero radica en reconocer que los comportamientos sociales no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n<br />

en forma unívoca <strong>de</strong> los hechos biológicos, lo cual <strong>de</strong>riva a separar reproducción<br />

y sexualidad. El segundo lleva a respon<strong>de</strong>r a una pregunta imperiosa: ¿qué tipo<br />

<strong>de</strong> sexualidad es válida éticamente?<br />

A lo largo <strong>de</strong> esta reflexión he argumentado que lo “natural” no existe, a menos que<br />

se le otorgue el sentido <strong>de</strong> que todo lo que existe, todo lo humano, es natural. Como<br />

he insistido, el término “natural” suele encubrir una <strong>de</strong>finición etnocéntrica, o sea,<br />

centrada en la propia cultura, que <strong>de</strong>scarta otras sexualida<strong>de</strong>s, estigmatiza ciertas<br />

prácticas, propone la “normalización” <strong>de</strong> los sujetos, y en algunos casos llega a la<br />

represión o a la eliminación física. Si se quiere pensar la sexualidad como <strong>de</strong>rivada <strong>de</strong><br />

un or<strong>de</strong>n “natural”, habrá que hacerlo entonces con el sentido pluralista <strong>de</strong> que todo<br />

lo que existe vale. Esa afirmación nos conduce al <strong>centro</strong> <strong>de</strong>l dilema ético: ¿todo vale?<br />

Sí y no. Aunque todas las expresiones sexuales son dignas, también existen sexualida<strong>de</strong>s<br />

indignas, forzadas o abusivas. ¿Cómo plantear una ética sexual que reconozca<br />

la legitimidad <strong>de</strong> la gran diversidad <strong>de</strong> prácticas sexuales que existen en el amplio<br />

espacio social pero que distinga las manifestaciones negativas? Al no po<strong>de</strong>r fijar un<br />

imperativo moral a partir <strong>de</strong> un supuesto or<strong>de</strong>n “natural” hay que pasar entonces a<br />

analizar el contenido <strong>de</strong> la relación sexual. Así, lo <strong>de</strong>finitorio con relación a si el acto<br />

sexual es o no ético radica no en un <strong>de</strong>terminado uso <strong>de</strong> los orificios y los órganos<br />

corporales sino en la relación <strong>de</strong> mutuo acuerdo y <strong>de</strong> responsabilidad <strong>de</strong> las personas<br />

involucradas.<br />

Vemos pues que el gran cambio radica en pasar <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar, como lo hacen los conservadores,<br />

ciertas prácticas sexuales como ilegítimas en sí mismas a, en cambio, valorar<br />

el carácter ético <strong>de</strong>l intercambio. Es la ética <strong>de</strong> la relación sexual lo que vuelve<br />

legítimas o ilegítimas ciertas prácticas. Por lo tanto actos sexuales realizados <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

matrimonio, como el coito obligado llamado débito conyugal, que se trata <strong>de</strong> la más<br />

tradicional penetración heterosexual, pue<strong>de</strong>n ser consi<strong>de</strong>radas inmorales, aunque <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

una postura conservadora no se registre la inmoralidad <strong>de</strong> la coerción marital.<br />

Des<strong>de</strong> la perspectiva ética <strong>de</strong>l respeto cosmopolita, cualquier intercambio don<strong>de</strong> haya<br />

verda<strong>de</strong>ramente auto<strong>de</strong>terminación y responsabilidad mutua es ético. Tal vez por eso<br />

un valor <strong>de</strong> suma importancia es el consentimiento, <strong>de</strong>finido como la facultad que tienen<br />

las personas adultas, con ciertas capacida<strong>de</strong>s mentales y físicas, <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir su vida<br />

sexual. La existencia <strong>de</strong> un <strong>de</strong>snivel notable <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong> maduración, <strong>de</strong> capacidad<br />

física o mental imposibilita que se lleve a cabo un verda<strong>de</strong>ro consentimiento. En el caso<br />

<strong>de</strong> un menor <strong>de</strong> edad, o <strong>de</strong> una persona con gran discapacidad física o mental hay gra-<br />

42 Somos personas y ciudadanos. Guía <strong>de</strong> Participantes

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