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Parte I - Confederazione dell'Oratorio di San Filippo Neri

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R. Mas, El Padre Eduardo Griffith39RarioraIN MEMORIAMEL PADRE EDUARDO GRIFFITH *Esta vez todo era más triste al pisar la clara tierra italiana. Tres horas, parasaltar el mar, desde tierra adentro, parecían demasiado. Nunca se me hizo,más misterioso el rumor inmutable de las hélices, que en cuatro surcos invisibles,perforaban la transparencia del aire. Ni tan leves las nubes blancas; nitan triste la fuerza tersa del mar azul, bajo los ojos; ni tan lisa y muda la claridaddel cielo...Iba a ren<strong>di</strong>r el último homenaje a los restos venerables que fueron esbeltacolumna de un espíritu claro y peana serenísima de un corazón inmenso,consumido generosamente en bien del Instituto del Oratorio y de todos susmiembros. Era todo un gentleman del espíritu, y el. Señor le acababa de concederla extrema elegancia de morir con el corazón <strong>di</strong>latado y exhausto, talvez para que la dolencia física sirviera de símbolo a la semejanza típica con<strong>San</strong> Felipe, y para descubrir una entrega sin límites a la misión paternal que,sobre todas las Congregaciones del Oratorio, la Providencia le encomendó.Descanse en paz el que tanto afán puso en servir a todos, sin molestar ysin cansar a na<strong>di</strong>e; el que fue el primero en el sacrificio, el más generoso enla entrega; el que fue maestro de lealtad y fidelidad al espíritu de <strong>San</strong> Felipe;el que fue más hermano y, por esto, más padre de todos, y supo, con prudenciay valentía, con sencillez y <strong>di</strong>gnidad, con alegría y sacrificio, con. verdady caridad, custo<strong>di</strong>ar y defender la herencia de <strong>San</strong> Felipe y llevar hastaaquí, por el cauce abierto y sereno con que la <strong>San</strong>ta Iglesia ampara su camino,la nave del Oratorio.Ha muerto en Toscana, la región italiana donde <strong>San</strong> Felipe nació. <strong>San</strong> Felipenacíó en Florencia, valle de flores rodeado de laderas con cipreses inhiestosque señalan el cielo y con un río que arrastra hacia el mar el rumorde las alas de los ángeles que pintó Fray Angélico y que extasiaron a PippoBuono. Y el padre Eduardo Griffith moría en la orilla de este mar, en Livorno,donde las proas de las naves apuntan al cristal de las aguas marinas, que* “VIDA ORATORIANA”, Barcelona, agosto-sept.1959, nn. 128-129, pp. 120-123.

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