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Me molestaba tanto la forma en que ella siempre me miraba que no me
di cuenta de que estaba haciendo exactamente lo mismo.
¿Sé a dónde va ahora? ¿Sé lo que le gusta hacer? He estado tan
concentrado en cómo quiero vivir mi propia vida, que he olvidado por
completo que ella tiene una.
Soy yo.
Sin mí, mi mamá está sola. Todo este tiempo pensé que ella solo veía
mi enfermedad. Un problema que solucionar. Pero, en cambio, estaba
mirándome directamente, intentando que luchara junto a ella, cuando todo
lo que hice fue luchar contra ella con uñas y dientes. Todo lo que quería era
que me quedara y luchara, cuando todo lo que hacía era prepararme para
irme.
Me siento, sacando la fotocopia y reemplazándola con el original
enmarcado, único en su clase.
Ella quiere lo mismo que Stella. Más tiempo.
Quiere más tiempo conmigo.
Me empujo de mi escritorio, arrancándome los auriculares mientras
voy. He pasado las últimas dos horas dibujando, tratando de librarme de mi
confrontación con mi madre.
Sé que debería decir algo. Ponerme en contacto, con una llamada o un
mensaje de texto, pero no puedo evitar sentirme un poco enojado. Quiero
decir, esta es una calle de doble sentido, y definitivamente ella tampoco ha
estado haciendo un trabajo perfecto. Si me hubiera mostrado que estaba
escuchando, aunque fuera un poco...
Suspiro, agarrando una taza de pudín de chocolate y mis píldoras de
la tarde de mi carrito médico y tomándolas obedientemente. Sacando mi
teléfono, me siento en el borde de mi cama y me desplazo sin rumbo a través
de mis mensajes en Instagram para ver un montón de deseos de cumpleaños
de mis antiguos compañeros de clase.
Nada de Stella, todavía. No me ha enviado nada desde la noche anterior,
cuando pregunté por una segunda cita.
Le hago una llamada en FaceTime, sonriendo cuando ella contesta.
—¡Soy libre!
—¿Qué...? —Comienza, con los ojos muy abiertos—. Oh cierto, ¡feliz
cumpleaños! No puedo creer que no...
Agito mi mano, cortándola. Nada grande